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Las elecciones en el País de Sarre podrían llevar a Merkel a aguas turbias

Las elecciones regionales en el País de Sarre abren un ciclo de tres comicios que van a determinar el futuro del bipartito liderado por la canciller Angela Merkel. En el peor de los casos no sólo va a perder los tres sino que también su socio liberal se quedará fuera de otros tres hemiciclos. También el partido socialista Die Linke afronta a un futuro incierto.

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Ingo NIEBEL

El País de Sarre es el más pequeño de los 16 estados federales que componen la República Federal de Alemania. Dentro de este conjunto mantiene una posición especial porque en el siglo XX sus habitantes han podido decidir dos veces si querían pertenecer al Estado francés o al alemán. En cambio, el siguiente referéndum podría ser sobre si el País de Sarre quiere integrarse en Renania del Palatiando o no.

La deuda pública que asciende a 13.ooo millones de euros y un tejido industrial caracterizado por la industria minera y metalúrgica pesada, dos sectores en declive, han puesto esta alternativa sobre la mesa.

Pero hoy los «Saarländer» solo votarán un nuevo hemiciclo. Estas elecciones anticipadas son producto de la ruptura del tripartito que se dio el 6 de enero. De manera sorprendente, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) dio por terminada la coalición formada con los Verdes ecologistas y el Partido Liberaldemocrático (FDP).

Su ministro-presidente Annegret Kramp-Karrenbauer responsabilizó exclusivamente a los liberales de la ruptura porque su comité regional había entrado en tal grado de caos interno que la CDU veía en peligro el trabajo del Ejecutivo. Malas lenguas dicen ahora que la jefa de Gobierno quiso evitar de esta forma una comisión investigadora que podría haber sacado a la luz del día algunos asuntos pocos favorables sobre su gestión anterior.

Sea como fuere, si la CDU calculó que por esta vía iba a quitarse un problema de encima, ahora tiene que contar con lo contrario. Los sondeos auguran un empate técnico con el Partido Socialdemócrata (SPD) de Heiko Maas. Al SPD le quedaría la opción de formar gobierno con la tercera fuerza política, el partido socialista Die Linke, liderada por el popular Oskar Lafontaine. Sin embargo, los socialdemócratas ya han descartado esta posibilidad. Prefieren a la «Gran Coalición». Die Linke, a su vez, tiene que prepararse para un resultado que va a ser peor que hace dos años, según las encuestas. Como nueva fuerza política podría hacer acto de presencia en el hemiciclo de Saarbrücken el Partido Pirata, mientras que los Verdes y liberales tienen que temer que no van a superar el límite del 5%.

Este panorama se repetirá en mayo cuando los ciudadanos de los länder Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia acudirán a las urnas. En ambos estados no está seguro que la CDU se convierta de nuevo en primera fuerza política. Al mismo tiempo el Partido Pirata comerá votos a los pequeños, ante todo a Verdes y Die Linke. Y el FDP, por padecer una crisis a nivel nacional, tiene que prepararse para lo peor. Mientras tanto el SPD no está en la posición de convertirse en una seria alternativa, en todo caso servirá para gobernar con la CDU y tal vez, si la aritmética electoral ayuda, con los Verdes.

Esta situación podría darse en Renania del Norte-Westfalia, el estado federal más poblado de Alemania y pulmón económico de la UE. Pero una hipotética victoria del SPD y los Verdes no se va a convertir en una alternativa política «rojiverde» que a nivel nacional podría desembocar automáticamente en la reedición del bipartito que entre 1998 y 2005 gobernó Alemania bajo la dirección de Gerhard Schröder. Más bien lo contrario.

En Berlín se barajan otras opciones porque los Verdes carecen de los votos necesarios ya que el efecto de la catástrofe nuclear de Fukushima no les aporta más simpatías y aún no han encontrado nuevos temas que les distingan de los otros partidos.

Esta situación le favorece aún a Merkel, cuyo CDU sería siendo el partido más votado. La canciller puede elegir entre la reedición del bipartito con el SPD o inclinarse hacia una coalición con los Verdes, insólita, por cierto.

Macrocoalición

Estas posibilidades reflejan el gran grado de coincidencia entre las tres formaciones políticas que de hecho han formado una «macrocoalición» en torno al rescate de Grecia. Un tanto apartado queda Die Linke que todavía no ha logrado dotarse de un perfil de alternativa política a las otras tres fuerzas políticas. Sigue sin decidirse la pugna entre la corriente que busca la alianza con el SPD y los Verdes para gobernar conjuntamente y aquella, que como Lafontaine, prefiere operar desde la oposición.

Ante esta uniformidad de la política en general, que se da a primera vista, destaca el Partido Pirata, cuyo éxito en Berlín a nivel regional se debe a su carácter nuevo, su forma de hacer política a través de Internet y al hecho de que hasta ahora sólo se ha centrado en determinados temas, excluyendo otros más complicados.

El panorama político alemán va a empezar a moverse por tres razones: Primero, la desaparición fáctica del FDP de los hemiciclos regionales pone en peligro a su presidente Philip Rösler, a la sazón ministro de Economía y vicecanciller. No sumó puntos cuando impuso a Merkel a Joachim Gauck como candidato a presidente. El nuevo mandatario es el representante más derechista de la RFA aunque en su discurso de inauguración que pronunció el viernes después de haber jurado su cargo, intentó satisfacer todas las expectativas a pesar de referirse con frecuencia a «nuestro país». Los conservadores esperan que Gauck sirva de punto de referencia después de que Merkel haya abandonado tradicionales valores de la CDU para cazar votos del SPD y del FDP.

El tercer factor sigue siendo la cada vez más probable guerra de Israel y EEUU contra Irán. El ministro de Defensa alemán, Thomas de Maizière, ha subrayado que Berlín no la quiere por los riesgos que trae pero también ha dejado claro que «la existencia y seguridad del estado de Israel son parte de la razón de Estado alemana».

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