Raimundo Fitero
Quemando ruedas
Nos despertamos con el horario cambiado y el mando a distancia soliviantado porque coches y motos han cambiado de canales. Las dos generalistas privadas predominantes se están haciendo con todos los eventos que concitan las mayorías de audiencias, y el camino no ha hecho nada más que empezar. Los coches de la Fórmula 1, se nos presentan sin apenas más novedades que el nuevo logo, la mosca esquinera, porque el resto del equipo de retransmisión es el habitual, con Lobato al frente, que hace exactamente lo mismo que antes en Tele 5 o La Sexta, porque es la fórmula más apropiada, la continuidad, y la repetición de esquemas, y circunstancias. Quizás, lo que se nota de manera más llamativa es que el informativo que sigue a la carrera se basa mucho en los coches, es decir, su estrategia es aprovecharse del flujo de audiencias, que siguen siendo considerables, sea la hora en la que se celebre la carrera originalmente, siempre que se repita en el horario más apetecible.
Estamos con las motos, esperando el despliegue de Tele 5, que, por lo que se nos anuncia piensan convertirlas en un material transversal, es decir, que se utilizará en todos los segmentos horarios, durante toda la semana, y se establecerán concursos, tertulias, complementos sinérgicos como, para decirlo pronto y mal, con el GH. Es una apuesta de aprovechamiento, está por ver si logran mantener esa comunicación continuada de tal manera que no se resientan los propios espacios que recojan parte del ruido de las motos, de sus corredores y entornos, porque nos imaginamos que en algunos programas, lo que buscarán será los amores, los líos, la vida privada más visible en el paddock.
No nos precipitemos, vamos a ir viendo cómo ruedan las motos, cómo se plantean el conjunto, porque en TVE lo tenían muy bien estructurado y planificado. En este caso, copiar, no será una mala práctica, sino una solución ante las dudas. Con la primavera llegan los motores a muchas revoluciones, esos momentos televisivos que tantas veces hemos glosado, porque nos gustan visualmente y nos entretienen sin necesidad de utilizar excesiva masa encefálica para entender su mecánica y hasta los detalles.