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Dos remakes imposibles se basan en filmes de Peckinpah

Tras el reciente remake de «Perros de paja» (2011), la compañía Deadline ha anunciado que dos de sus proyectos más inminentes y ambiciosos volverán a tener como referencia a Sam Peckinpah: «Clave: Omega» y «Grupo salvaje». Las adaptaciones correrán a cargo de los directores Brian Kirk y Tony Scott, respectivamente.

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Koldo OTAMENDI

A orillas de Río Grande nace una nueva mañana. Un grupo de gringos se despereza entre la penumbra de un improvisado burdel y los reproches de una prostituta que no ha recibido el pago que estipulaba por sus servicios. Uno de los gringos mira fijamente a sus dos secuaces y entre los tres sellan un destino a través de una orden -«Let's go»- que será obedecida -»Why not»-. En el suelo del burdel agoniza un pájaro cuyas patitas han sido atadas con un cordel y en el exterior del tugurio aguarda un cuarto hombre que completa la partida de mercenarios que se unirá al compromiso que, segundos antes, fue sellado. No hay vuelta atrás y bajo el sol de esta mañana ubicada en un México insurgente, cuatro gringos recargan sus armas y, acompañados por el redoble de una marcha militar que se fusiona con el corrido que entona un grupo de soldados federales resacosos, inician un paseo sin vuelta atrás. Al otro lado del campamento del general Mapache les aguarda un quinto integrante que ha de ser liberado. El resto de esta secuencia forma parte de la leyenda y ésta cobró forma a través de una de las escenas más impactantes y laureadas de la historia del cine. En 1969, el cineasta Sam Peckinpah dinamitó las pantallas con «Grupo salvaje», un western crepuscular a través del cual el autor de «Pat Garrett & Billy The Kid» lanzó su particular visión sobre el mundo, aportando un estilo que rompió con todo lo que había sido hecho hasta entonces en el cine norteamericano en general y en el western en particular.

El último paseo compartido por la irrepetible y muy veterana partida de forajidos -que fue encarnada por William Holden, Ernest Borgnine, Warren Oates y Ben Johnson-, ha inspirado todo tipo de estudios, entre ellos el del historiador y crítico Jim Kitses, quien nunca vio en la explosiva escena final una especie de rehabilitación por parte de los fuera de la ley, sino un acto de pura desesperación: «Los forajidos -afirma Kitses- podrían escoger la violencia de la sociedad o el simple comunismo que les ofrece el quinto integrante, a quien pretenden liberar. No harán ni lo uno ni lo otro, escogiendo la solución buena por motivos malos... los cuatro supervivientes no reaccionarán para vengar su muerte, sino más bien para defender, en su memoria, el pasado contra viento y marea».

Tal y como afirma el profesor de EHU Patxi Urkijo en su sobresaliente estudio dedicado a Sam Peckinpah (Cátedra), el clima de violencia, crispación y desolación nace precisamente de la no existencia de ideales, causas o coartadas para seguir adelante, para seguir viviendo, y por encima de todo, para dotar de contenido las peripecias descritas por el argumento dentro de la existencia de los protagonistas. Como sentencia el personaje encarnado por William Holden, afirma: «Nosotros tenemos muy pocos puntos en común con nuestro gobierno». En otro momento anterior del relato, Pike Bishop (William Holden) confiesa a su lugarteniente (Ernest Borgnine) que el atraco frustrado con que se inicia el filme iba a ser su último golpe antes de retirarse; entonces, la lucidez de su segundo al contestarle con un interrogante le sorprende: «Retirarte... ¿A dónde?... ¿A qué?».

Suicidio o acto de redención

Para terminar con este breve repaso a una de las mejores escenas de la historia del cine, conviene rescatar las propias palabras que nos legó su creador: «No me gusta mucho la palabra `suicidio' -afirmó Peckinpah-. Prefiero ver en esa última escena el acto de redención, el deseo de salvación, el lado positivo de este final, pero siempre representado en términos de violencia, pues estos hombres no son capaces de actuar de otra manera».

Teniendo en cuenta estos antecedentes, el alto grado de maestría que Peckinpah alcanzó con esta obra fundamental, vuelve a originarse una sonora polémica nacida a raíz de la declaración de la compañía Deadline cuando anunció su idea de rodar el remake de «Grupo salvaje».

No es la primera vez que la Industria aborda este tipo de proyectos. Con anterioridad fueron cineastas de la talla de Hitchcock quienes fueron objeto de esta especie de revisión fílmica de algunas de sus obras más laureadas. Inmunes a las opiniones adversas que siempre generan este tipo de anuncios, los dirigentes de la Warner no han dudado en apostar por este modelo fílmico que pone en entredicho la creatividad de los estudios. No es la primera vez que se ha anunciado la intención de rodar un remake de «Grupo salvaje»; años atrás, el mismísimo Sylvester Stallone declaró su intención de rodar una nueva versión de este western y, quizás, fruto de aquella intención ha sido su experiencia titulada «Mercenarios», en la que se dan cita un grupo de héroes de acción crepusculares.

Mucho más respetuoso fue Walter Hill, quien, ya en el año 80, brindó un homenaje a su admirado Peckinpah en «Forajidos de leyenda» y que cobró forma en la escena que recreaba el último y fallido atraco al banco de Northfield, protagonizado por la banda de los James-Clanton y Miller. El propio Hill rindió un nuevo tributo al poeta de la frontera de una manera mucho más evidente en «Traición sin límites» (1987), en la que Nick Nolte daba vida a un Ranger fronterizo que, en compañía de un grupo de mercenarios liderados por Michael Ironside, se enfrentaba en la escena final a un ejército de narcotraficantes comandados por Powers Boothe.

Otro guiño por parte de Hill hacia el estilo peckinpahquiano lo encontramos en las escenas y coreografías de los tiroteos que animan el metraje de «El último hombre», protagonizado por Bruce Willis. Finalmente, y tras permanecer en el cajón de los proyectos futuribles o suicidas, Deadline anunció que «Grupo salvaje» sería nuevamente filmada por un cineasta que nunca ha ocultado su admiración por esta película: Tony Scott. Muy poco se sabe de las intenciones del hermano pequeño de Ridley Scott -quien ejercerá labores de productor- y lo único que ha salido a la luz es que el cineasta pretende respetar el formato de western original y que el guión lleva las firmas de dos pesos pesados, David Ayer («Training Day») y Brian Helgeland («L. A. Confidential»).

En la producción también figura otro miembro destacado de la Industria, Jerry Weintraub («Ocean's Eleven»), y, en cuanto al reparto, se rumorea que uno de los actores principales podría ser Jeff Bridges, quien también interpretará rol protagónico en el último proyecto de Tony Scott, «Hell´s Angels». Sabido es que el estilo videoclipero del autor de películas como «Amor a quemarropa» se ajusta más al modelo «nervioso» del montaje frenético y que poco o nada de poético es posible encontrar entre sus películas de consumo ultrarrápido, lo cual nos advierte de las directrices e intenciones hacia las que puede derivar esta nueva versión.

Dejando a un lado este proyecto, Peckinpah volverá a ser objeto de revisión en la inminente «Clave: Omega». La primera versión data del año 1983 y supuso su última película; un thriller de espionaje cuya trama está basada en la novela de Robert Ludlum -autor de la célebre trilogía dedicada al amnésico agente Jason Bourne- en la que se citan algunas constantes temáticas del escritor: intriga y complot enmarcados en la trastienda de la CIA, en la que cohabitan traiciones y conjuras y los subordinados ejercen funciones de «peones sacrificables» a manos de sus ambiciosos y faltos de escrúpulos superiores.

Singular y abstracto

Rutger Hauer, John Hurt, Meg Foster, Craig T. Nelson, Dennis Hopper y Burt Lancaster conformaron el sobresaliente reparto de este filme «atípico» en la filmografía de Peckinpah, que ha pasado por ser uno de sus proyectos más singulares y abstractos.

Esta nueva versión correrá a cargo de Brian Kirk, realizador curtido en la pequeña pantalla en teleseries como «Juego de tronos», «Boardwalk Empire» y la más reciente «Luck» -todas ellas creadas por el prestigioso canal por cable estadounidense HBO. Deadline, compañía que también se encargará del remake de «Grupo salvaje»-, quien ha señalado que el guión de «Clave: Omega» contará con la firma de Jesse Wigutow («Cosas de familia»). Para finalizar este breve repaso a las nuevas versiones inspiradas en la filmografía de Peckinpah, cabe recordar los dos remakes que, hasta el momento, buscaron su inspiración en el universo del autor de «La balada de Cable Hogue».

El remake más reciente ha sido «Perros de paja» (2011) y fue dirigido por Rod Lurie. En esta nueva propuesta, la trama abandonaba la escenografía enfermiza que emanaba de una pequeña localidad británica para ser desarrollada en una olvidada localidad enclavada en el profundo Mississippi. James Marsden y Kate Bosworth fueron los encargados de retomar los roles originales de Dustin Hoffman y Susan George dentro de un entramado argumental muy suavizado y en el que apenas se intuyen las connotaciones telúricas que en el año 1971 Peckinpah exploró en el original literario de Gordom Williams.

No corrió mejor suerte el «capricho» que compartieron la por entonces pareja Alec Baldwin-Kim Basinger cuando protagonizaron «La huida». Incapaces de repetir la química de Steve McQueen y Ali McGraw, esta adaptación de la novela de Jim Thompson, dirigida al dictado por Roger Donaldson en 1991, en momento alguno hace olvidar aquella otra huida desesperada del 72, en la que un atracador de bancos y su compañera buscan su liberación definitiva en aquel lugar que Peckinpah convirtió en su santuario particular, el otro lado de Río Grande.

VIOLENCIA

El propio Peckinpah afirma que la última escena de «Grupo salvaje» muestra «el deseo de salvación, pero representado en términos de violencia, pues estos hombres no son capaces de actuar de otra manera».

DESESPERACIÓN

En opinión del historiador y crítico Jim Kitses, los cuatro supervivientes de «Grupo salvaje» «no reaccionan para vengar su muerte, sino más bien para defender, en su memoria, el pasado contra viento y marea».

El poeta de la frontera

Samuel David Peckinpah siempre será reconocido por ser un cineasta indomable. Sus constantes enfrentamientos con productores, estudios y distribuidores de cine norteamericano, siempre perpetuaron su imagen de eterno outsider.

Su particular visión del western, su imagen crepuscular de un modelo de vida y conducta que agonizaba ante los nuevos y cambiantes tiempos, figuran como uno de sus sellos temáticos más reconocibles, tal y como lo atestiguan algunas de sus obras más conocidas: “Grupo salvaje” (1969), “La balada de Cable Hogue” (1970), “Junior Bonner” (1972) y “Pat Garrett & Billy The Kid” (1973).

Nacido en 1926 en Peckinpah Mountain, California (Estados Unidos) –una montaña que fue adquirida por su abuelo, Charles Peckinpah en 1868–, dejó a un lado sus estudios de Derecho, sobrevivió a su experiencia en el cuerpo de marines y comenzó a dar rienda suelta a su sensibilidad creativa ejerciendo como productor y director teatral.

Más tarde amplió sus horizontes en el medio catódico y dio el paso definitivo al medio cinematográfico con “The Deadly Companions” (1961). En su siguiente proyecto, “Duelo en la Alta Sierra”, cimentaría las bases de un discurso poético enraizado en la fuerza visual, la explosión violenta y el canto a la amistad que siempre peligra por culpa de una traición. En referencia a su obra más personal, “Traedme la cabeza de Alfredo García” (1974), Bloody Sam afirmaría: «No quiero oír más veces que no quiero a las mujeres. Intenté mostrar en esta película que las adoró. Representan el polo positivo del filme, así como el instinto y la fuerza vital». Condenado al olvido, marcado por el desencanto y el alcohol, Peckinpah siempre fue fiel a su máxima: «El final de una película es siempre el final de una vida». K.L.

ATÍPICO

«Clave: Omega», el último film de Peckinpah, es un thriller de espionaje cuyo trama se basa en la novela de Robert Ludlum. La versión de esta película, catalogada por muchos como «atípica», correrá a cargo de Brian Kirk.