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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Deseo y narración

Donde los deseos van a morir, el lugar de los sueños», dice la canción de uno de esos músicos que galopan al filo de las palabras, al filo de su propia vida: John Grant. Puede que necesitemos protegernos de aquello que anhelamos, pero es inevitable desear. Es eso precisamente lo que nos hace seguir hacia delante como seres humanos, lo que nos cautiva y acciona, el deseo. Es él quien nos lleva de la mano a la hora de crear, pero también a la hora de destruir. Guerras y romances, el deseo se mezcla en las raíces de ambos.

El deseo es la base de los movimientos de cualquier personaje cinematográfico, también habita en la pluma del narrador, tentado a abandonar cualquier acto creativo que alborote a sus demonios internos, es él quien nos lleva a actuar en la vida... Y ligado al deseo, la pasión por narrar, por contar. Lo que nos distingue a los seres humanos, el intercambio de experiencia(s), es la base de nuestra convivencia. «La imposibilidad del relato», «el silencio del narrador», «la ficción bajo sospecha»...

Releo «Deliberaciones Poéticas. Cine y ética narrativa», de Iñigo Marzabal, y no puedo sino pensar en lo necesitados que estamos de una revisión de viejas fórmulas narrativas para traerlas de nuevo a la vida. Sin proponer aquí un viaje revisionista, me gustaría repensar la importancia de la ficción en nuestras vidas de lo que en ellas anida, de la más básica. Que no es otra cosa que deseos y conflictos, dudas y certidumbres, razones y pasiones, como señala el autor. Más allá de la experiencia, junto a ella y con ella, la ficción, el relato y su necesidad. Primaria, la nuestra. Comunicación, intercambio de experiencia, diálogo. El deseo de narrar y, a su lado, el de escuchar, leer o ver narraciones.