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Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Maletas mejicanas

 

Todas tenemos alguna maleta en la que cobijamos tesoros. Recuerdos, instantáneas que apreciamos, algún secreto, alguna pena... Pasado un tiempo esa maleta transportará los secretos, las penas y los amores de otras... Puede que se pierda, que la arrinconemos, que se extravíe o la abandonemos. También puede ocurrir que haya alguien que la abra y descubra historias fascinantes que hagan viajar a su imaginación. O quizás acabe en una escombrera sepultada para siempre...

Cuando lanzamos una botella al mar, a modo de experimento, lo hacemos sin esperar respuesta, sin aguardar a que alguien lea nuestro mensaje. Pero a veces, hay alguien que nos responde, alguien que descubre parte de lo que escondemos, una pizca de eso que ni nosotras mismas sabemos.

Algo similar, a lo mejor menos poético, haya sido lo que ha ocurrido con «La maleta mejicana». Alguien «la encontró», descubrió las historias guardadas en su interior, las ficcionadas y las reales (¿Hay alguna diferencia?) y se las mostro al mundo... Visité el Museo de Bellas Artes de Bilbao en busca de una exposición y de relatos fascinantes. Y sí, los encontré (no precisamente gracias a la forma de gestionar la exposición, la verdad sea dicha) escondidos en las imágenes, en sus fuera de campo, en sus líneas de fuga, en las miradas de los fotografiados...

De todo lo que mi memoria archivó os anoto aquí la serie de fotografías en las que se ve a Gerda Taro, durmiendo, retratada por Robert Capa. Tendida en su cama con el pijama de su amante, la imagen de Gerda tomada por Capa destaca del resto, adquiere relieve. Ella duerme y el observa a la mujer que ama. Ese instante de intimidad, mágico, dejó de serlo cuando entro en la maleta.

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