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Iker Bizkarguenaga | Periodista

Mirando al pueblo desde la ventanilla

Las noticias se suceden a un ritmo vertiginoso y hay jornadas capaces de quebrar el equilibrio mental y emocional del más pintado. El jueves, por ejemplo, mientras la mayoría de las trabajadoras y trabajadores de este país abandonaban fábricas y talleres para sumarse a las manifestaciones de la huelga general, el Estado español aprovechaba el día de paro y movilización -¿quién cree en casualidades?- para mostrar su cara más cruel y vengativa, -su rostro real, vamos-, avalando una doctrina que castiga a los presos y a sus familias. Al caer la noche, orgullo y rabia se mezclaban dejando un poso que hizo imposible conciliar el sueño.

Euskal Herria vive tiempos agitados, de esperanza e ilusión, pero también de incertidumbre respecto al modo en que se va a producir el nacimiento de ese nuevo futuro que anhelamos. Está visto que algunos se empeñan en no ahorrarnos ni un gramo de dolor en el proceso.

Sin embargo, hay quien parece observar esta realidad tan intensa y contradictoria como quien mira a través de la ventanilla de un avión, sin que se le mueva siquiera un pelo del flequillo. Por ejemplo, aquellos que el viernes representaron en el Parlamento de Gasteiz una nueva obra de teatro que cosechó el aplauso de la crítica acrítica pero que no tendrá éxito de público. Apasionante debate, por llamarlo de alguna forma, el protagonizado por la estelar Ezenarro y todos aquellos que dieron la bienvenida a una ponencia que acabará donde han acabado la mayoría de las que han arrancado en esa Cámara.

Hablaban de paz y de violencia, de ética y de moral, con ligereza y falta de convicción, como si estuvieran leyendo un guión... y entiéndase el sarcasmo respecto a las habilidades parlamentarias de «nuestros representantes». Hoy, cuando el corazón de miles y miles de personas de este maltratado pueblo parece desbocarse día sí y día también, algunas y algunos aparentan tener un frigorífico en el pecho. ¿Qué cotiza más, un titular o dar pasos en favor de la solución? Creo que es la pregunta más retórica de la historia.

El jueves nos recordaron que la libertad de este país y de sus gentes no nos la va a regalar nadie, que vamos a tener que arrancársela de las manos. Y ese mismo día comprobamos que tenemos fuerza suficiente para hacerlo. Y el viernes alguno podía haberse ahorrado la función.

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