Mertxe Aizpurua | Alcaldesa de Usurbil
De la mentira al silencio
Por lo general, las verdades a medias, con su justa dosis de maledicencia, son más dañinas que una mentira a secas. Y, según dicen que dijo Goebbels, de lanzar una mentira, para alcanzar la eficacia máxima, cuanto más grande sea, mucho mejor. Hace poco más de tres años, los habitantes de un pequeño pueblo guipuzcoano tuvimos ocasión de comprobarlo: el gobierno municipal de entonces se empeñó en un objetivo tan loable como reducir la cantidad de residuos generados en el municipio. Y esto fue presentado por algunos grupos y partidos políticos como una auténtica barbaridad desde todos los puntos de vista. Digo todos. Hasta desde los impensables.
Eso sucedió hace tres años. El sistema de recogida puerta a puerta implantado en Usurbil consiguió salir casi indemne de aquella campaña agresiva y visceral, y durante este tiempo los resultados del reciclaje han demostrado y demuestran, simple y llanamente, que los usurbildarras lo estamos haciendo bien. O muy bien. Sin más vueltas. Una de las ventajas de hacer lo correcto es que las cosas pueden explicarse con bastante sencillez.
Sin embargo, desde que las elecciones municipales dieran mayorías municipales al grupo político que está por la labor de hacer lo correcto también en la cuestión medioambiental, la amalgama político-financiera-mediática ha vuelto a revolverse. A las mentiras más descomunales, a la tergiversación y a la manipulación, a la exageración de la anécdota se ha unido la minimización de lo importante. Y así hemos tenido la oportunidad de observar cómo el silencio se incorporaba al arsenal contra el puerta a puerta. Con un intervalo de pocos días, se han difundido dos buenas noticias: desde la Comisión Europea llegaba una directiva que, apoyándose en el modelo de recogida selectiva, anunciaba el camino que deberá seguirse en toda Europa en materia de reciclaje, y desde Madrid, el Ministerio de Medio Ambiente situaba como ejemplo de buenas prácticas en la gestión de residuos el caso de Usurbil y su sistema de recogida puerta a puerta. Convendrán conmigo en que no deja de tener su aquel que un sistema de recogida criticado y denostado por algunos sea precisamente objeto de reconocimiento por parte del Ministerio de Medio Ambiente. El puerta a puerta, sinónimo de hacer las cosas bien... El caso es que ni la noticia que llegaba de Bruselas ni la mención de Usurbil desde Madrid han suscitado declaraciones al respecto. Ni valoraciones, ni comentarios, ni preguntas ni respuestas. Nada. ¿La elocuencia del silencio? Dejémoslo ahí. Porque los silencios son elocuentes cuando es la elocuencia de la verdad la que se impone.
El hecho es que la realidad termina imponiéndose sobre la elucubración interesada y que en este pueblo, tres años después de implantarse el puerta a puerta, en lugar de las calamidades, plagas y desastres varios que se vaticinaron, lo que ha sobrevenido es el reconocimiento del Ministerio del Medio Ambiente español. No está mal como balance, aunque eso no es lo más importante. En realidad, no creo que un premio importe. Ni tan siquiera si se publica o se menciona. Importan otras cosas. Importan la responsabilidad, la conciencia cívica y el futuro; la convicción y la confianza que da el hacer lo correcto.
En fin, visto que la profecía del cataclismo no se cumple, y que muchos pueblos de Gipuzkoa encaminan sus pasos no sólo hacia lo que dicta la modernidad, el futuro sostenible y Europa, sino sobre todo hacia lo que dicta el sentido común, no me queda más que animar a estos en el empeño de hacer las cosas bien. Al resto, a quienes tienen responsabilidades de gobierno y se encastillan en el acoso y derribo permanente al puerta a puerta, les recomendaría que aderezaran el análisis con unas gotas de sentido común y que lo abordaran desde una perspectiva real y sin teñir de color político el problema que hay que resolver, que no es otro que el de conseguir reducir al máximo los residuos que generamos.
Las localidades que lo hacemos de una forma muy razonable y que nos hemos marcado el objetivo del Residuo Cero estamos recogiendo las ventajas de este sistema. Ya que hemos sido nomi- nados como ejemplo de buenas prácticas, considero que desde Usurbil podemos pedir a quienes tanto critican nuestro sistema que lleguen, al menos, a nuestras tasas de reciclaje. Incluso que aspiren a más. Y, ya puestos, les animo a que nos superen. A que se empeñen también en esa tarea. Es posible que descubran un sistema diferente al puerta a puerta que mejore los resultados de reciclaje que este ofrece. Personalmente, estaría encantada de que así fuera. Porque esta no es una pelea de parte; es una pelea global. Y así ganaríamos todos. Y ganaría el futuro. Que es de lo que se trata.