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CRÓNICA | ELECCIONES LEGISLATIVAS EN GRECIA

Los defensores del ajuste impuesto por Bruselas

Con la vista puesta en la convocatoria electoral del 6 de mayo las dos principales formaciones políticas griegas, la derechista Nueva Democracia (ND) y el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), coali- gadas para aplicar el plan de ajuste impuesto por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI), comenzaron la campaña con acusaciones mutuas y presentándose ante la opinión pública como los únicos capaces de sacar al país de la profunda crisis económica y social en la que lo sumieron.

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Antonio Cuesta

Los sondeos muestran, sin embargo, una tendencia hacia el fraccionamiento del voto, cuyos principales perjudicados serán ambos partidos, pues ninguno alcanzará el respaldo necesario para lograr una mayoría de gobierno. Descartado cualquier tipo de pacto antes de la cita con las urnas todo parece indicar que tendrá que concretarse a partir del 7 de mayo, siempre que logren más de la mitad de los escaños en el Parlamento. Al fin y al cabo sus programas electorales, con ligeros matices, son los únicos que contemplan la aplicación sin restricciones del memorando firmado con la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) para seguir recibiendo financiación externa.

Nueva Democracia se ve por delante en las encuestas, con una intención de voto de entre el 22% y el 25%, mientras que el PASOK alcanzaría, en el mejor de los casos, un 19%. Pero uno de cada cuatro entrevistados aún no ha decidido a quién votar, y se espera que la abstención crezca con respecto a anteriores ocasiones. Ante tal perspectiva los grandes medios están presionando al electorado para que apoye a los partidos promemorando presentando cualquier otra opción como un escenario de caos. Desde Bruselas se ha advertido de que las elecciones ponen en riesgo las medidas fiscales y las reformas necesarias para que Grecia siga recibiendo dinero que ayude a reflotar su economía.

Pero como aseguró Kostas Panagopulos, en el sondeo realizado por la empresa ALCO, «por primera vez en 40 años la gente no votará a la izquierda o a la derecha, sino a favor o en contra del memorando de préstamo».

El «Contrato social»

El líder de Nueva Democracia, Antonis Samaras, es un veterano político de 60 años, economista de formación y antiguo ministro de Economía, Asuntos Exteriores y Cultura, capaz de afirmar en público lo contrario de lo que propone en el Parlamento.

Su apoyo al segundo memorando de préstamo estuvo aderezado con declaraciones críticas y justificaciones pues así -aseguraba- se reduciría la deuda griega. Su activa colaboración en la implementación de un acuerdo que traía aparejados recortes salariales, aumento de impuestos, rebajas drásticas en las pensiones y el despido de 150.000 trabajadores del sector público en los próximos tres años, no le ha impedido prometer en campaña una reducción tributaria, el incremento de las pensiones más bajas o la creación de subsidios para las familias numerosas y los sectores sociales desfavorecidos.

En un discurso pronunciado el jueves ante miembros de su partido, Samaras planteó la idea de un «contrato social» para llevar a cabo las reformas políticas y sociales. Entre constantes referencias a la fe ortodoxa griega y a temas patrióticos, Samaras dijo: «Lo que estoy proponiendo hoy constituye un verdadero cambio. Una revolución no violenta, pero una verdadera revolución».

Con anterioridad, durante la presentación de su programa económico, había asegurado que «hay que cambiarlo todo con el fin de salvar nuestra democracia. Y cuando decimos todo, nos referimos a todo. Tanto el modelo de producción como el sistema de gobierno».

La propuesta del ND, anunciada por el director del programa, Notis Mitarakis, se basará en la reestructuración del sector público, el aumento de la cobertura social y el desarrollo económico del país mediante el aumento de la inversión y la productividad.

Partiendo de la premisa de que el aparato estatal no puede generar pérdidas, los conservadores griegos plantean reducir los ministerios de 15 a 10 y vender cualquier activo de titularidad pública, entre otras medidas. «Todo lo que pueda ser privatizado será privatizado», aseguró Samaras, quien indicó que no habría aumentos salariales para los miembros de las Fuerzas Armadas ni reducción salarial para el clero, al que se paga de las arcas públicas.

En términos de crecimiento económico, abogó por introducir un impuesto único del 15% para las empresas (hoy del 23%), rebajar la tasa impositiva máxima sobre los ingresos del 45% al 32%, una amnistía fiscal para quienes tengan capitales en el extranjero y usar fondos europeos para reactivar las pequeñas empresas e incentivar la creación de empleo, para así estimular el consumo, la contratación y la recuperación económica tras cinco años de recesión. Todo ello sin olvidar la financiación a gran escala de los bancos locales. «Vamos a ennoblecer el espíritu empresarial. El empresario es amigo del pueblo griego», afirmó Samaras.

Esta puede ser la «cara amable» del programa conservador, pero no hay que perder de vista su discurso contra la inmigración y la disidencia. Espoleado por el auge del partido neofascista Jrisi Avgi, su alegato contra los extranjeros en situación irregular -a los que Samaras llamó «invasión armada»- no difiere mucho de las proclamas xenófobas de la ultraderecha. El líder de ND abogó por derogar la Ley de Ciudadanía, aprobada por el Gobierno del PASOK en 2010 y que permite a los inmigrantes de segun- da generación convertirse en ciudadanos griegos, porque el país «se ha convertido en un almacén para todos los indeseables».

También atacó a la izquierda, a la que acusó de hacer «terrorismo ideológico» en el pasado, y apostó por una política policial más dura que ponga fin a la delincuencia y a los disturbios. Para «acabar con las capuchas de los alborotadores» anunció la autorización de nuevas herramientas represivas para los cuerpos de seguridad y medidas de control más estrictas en universidades. También se comprometió a aumentar el sueldo de los policías.

Pacto para un nuevo Estado

Aunque Evangelos Venizelos ganó la batalla por el liderazgo en el PASOK el mes pasado, con posterioridad expresó su deseo de no ser primer ministro, dejando en manos de su partido la designación de una figura de mayor consenso en caso de llegar a formar parte de un nuevo Gobierno.

Venizelos, de 59 años, profesor de Derecho Constitucional y veterano socialista, es el líder más fiel a las medidas que personalmente negoció, como ministro de Economía, con la UE y el FMI, y también uno de los peor valorados de cara a las urnas. Su gestión se recordará como el periodo en que se recortaron salarios, pensiones y prestaciones sociales, hasta hundir la economía en la peor recesión desde la II Guerra Mundial. El desempleo alcanza ya el 21,8% de la población activa, con uno de cada dos jóvenes sin trabajo.

Como presidente del PASOK, el miércoles presentó sus planes de reforma política, recortes en fondos estatales y número de ministerios, así como una revisión general de la Constitución, pues dijo que Grecia necesita un gran «pacto nacional y social para un nuevo Estado y una democracia de consenso, porque nada se logra con mayorías marginales».

Un día después, defendió ante pequeños y medianos empresarios el fortalecimiento del I+D+i para impulsar la iniciativa privada y la creación de empleo, y les ofreció las infraestructuras estatales existentes para tal fin, pues el sector público aventaja al privado en este terreno.

Se comprometió con la puesta en relieve del valor del esfuerzo empresarial, «vilipendiado» en las últimas décadas, y asegurar la liquidez de las compañías canalizando al mercado de una parte del dinero entregado a los bancos para su recapitalización.

Días después de que la autoridad nacional de estadísticas revelara la pérdida de cerca de mil empleos diarios en 2011, Venizelos dijo haber solicitado a la Comisión Europea, una ayuda presupuestaria urgente destinada a la inversión en infraestructuras, planes de empleo juvenil y financiación de pequeñas empresas, con el fin de reactivar la maltrecha economía griega.

Consciente de que las medidas impuestas por la troika han devastado el poder adquisitivo de la clase media y las familias con menos recursos, prometió un plan destinado a reforzar la protección social, que contemplaría, por ejemplo, el acceso gratuito y universal al sistema público de salud. Aunque no descartó nuevos recortes en salarios y pensiones, indicó que si todo va según lo planeado no será necesario.

Venizelos aprovechó la ocasión para arremeter contra su principal adversario político, Antonis Samaras, al que acusó de «vender ilusiones» y mentir al presentar un programa plagado de contenidos que ya están en marcha.

Pero si en sus propuestas económicas apenas hay diferencias, tampoco es fácil hallarlas en materia de inmigración, convertida artificialmente en uno de los ejes de la campaña. La pasada semana, el ministro de Protección Ciudadana, Mijalis Jrisojoidis, siguió ordenando redadas policiales en el centro de Atenas, que superaban en brutalidad a las batidas raciales de las pandillas fascistas de Jrisi Avgi. Jrisojoidis prometió el miércoles que el primer campo de concentración de los 30 previstos en dos años entrará en funcionamiento estos días. Para promover la candidatura del PASOK, el ministro prometió que «en pocos días Atenas estará limpio» de inmigrantes.

Nueva Democracia y PASOK continuarán esta semana su campaña de promesas, ataques y amenazas, dejando claro que su programa respeta y comprende la aplicación, sin fisuras, del memorando exigido por la troika.

Como recordó la pasada semana el líder de la Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA), Alexis Tsipras, tanto Samaras como Venizelos dieron el visto bueno a «un acuerdo firmado para el empobrecimiento de los griegos, firmado para la concesión de la soberanía nacional».

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