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La arqueología griega, amenazada por los dioses de la crisis

Robos de antigüedades, excavaciones ilegales o en suspenso: Grecia, asfixiada por la crisis de la deuda, tiene cada vez más dificultades para preservar y valorar su inestimable patrimonio arqueológico, hoy considerado una carga. Las excavaciones oficiales se ven paralizadas por la falta de fondos y las ilegales se multiplican a causa de la falta de medidas de seguridad.
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Isabel MALSANG - AFP | ATENAS

«Las ruinas de la antigüedad son nuestra maldición», declara una arqueóloga griega que quiere mantener su anonimato, por sentir que con semejante declaración traiciona a su oficio, a su alma y a su país. Sin embargo, con esa palabra, maldición, resume las contradicciones que hoy enfrentan a Grecia y su pasado: el patrimonio histórico es una de las principales atracciones turísticas del país, y el Estado cuenta con él para reactivar la economía, pero carece de medios para valorarlo, e incluso para protegerlo.

Las excavaciones oficiales se ven paralizadas por la falta de fondos y las ilegales se multiplican a causa de la falta de medidas de seguridad, denuncia la Asociación de Arquéologos Griegos. «Cada vez descubrimos más excavaciones sin registro cerca de los emplazamientos arqueológicos. Algunos han sido cavados por semiprofesionales que saben lo que buscan y trabajan en redes organizadas de traficantes de obras de arte. Otros esperan dar con un tesoro», cuenta Despina Kutsomba, que preside esa Asociación, haciendo referencia a unas excavaciones ilegales descubiertas en un cementerio de la época micénica en Dafni.

Las únicas excavaciones que continúan son aquellas que se realizan en cooperación con institutos arqueológicos extranjeros. Pero también esas investigaciones tienen que hacer malabarismos con sus presupuestos. «En principio, el Estado griego debería financiar una parte de cada excavación. Pero como ya no hay dinero, damos valor contable al terreno o al hangar que ponen a nuestra disposición, para que sobre el papel aparezca la cofinanciación», explica uno de los responsables de esos institutos.

La crisis y sus medidas de austeridad han afectado a todo el sector, a la investigación y a la edición así como a las actividades pedagógicas para niños, que han desaparecido de los museos. Los sueldos han sido reducidos a unos 660 euros al mes.

La crisis afecta también a los turistas. El museo arqueológico de Atenas o el museo bizantino de Salónica cierran algunas salas con regularidad por falta de guardas de seguridad. «Si el público no puede acceder al museo, este pierde su función principal y se convierte en un depósito», lamenta Despina Kutsumba. La arquéologa ha lanzado recientemente desde Atenas un llamamiento a la «resistencia» contra los «recortes dictados por el FMI» en toda Europa, para evitar que la crisis se acentúe y afecte del mismo modo «al Coliseo, al Louvre o a los museos alemanes».

Grandes robos

Desde principios de año, dos robos espectaculares de obras de arte, presuntamente cometidos por bandas organizadas, sacudieron el país. Unas sesenta antigüedades, algunas de hace más de veinte siglos, fueron robadas en febrero en un museo de Olimpia, cuna de los Juegos Olímpicos. En enero, tres cuadros, entre ellos uno de Mondrian y un retrato de mujer donado por Picasso, desaparecieron de la Galería Nacional. «La pobreza y las difíciles condiciones de vida también existían en los años 50 y 60 y no por ello se robaba en un museo», declaró el ministro de Cultura, Pavlos Geroulanos, que presentó su renuncia (rechazada por el presidente) tras el robo en Olimpia.

De un total de 106 museos arqueológicos y bizantinos, 250 sitios arqueológicos en actividad y 19.000 registrados, solo un puñado se salvó de los recortes: la Acrópolis de Atenas, el más visitado de Grecia, donde prosiguen las obras de renovación financiada por la Unión Europea, así como Cnosos en Creta, el yacimiento arqueológico de Vergina, cerca de Salónica, y sitios de renombre en Delfos y Olimpia.

En el resto del país, la situación es complicada. En la excavación de Corinto se han acortado los horarios de visita por falta de personal y algunos museos del archipiélago del Dodecaneso han cerrado hasta mayo. «Temo un abandono deliberado de la cultura para que luego puedan privatizar el sector, como ocurrió en Polonia, donde 2.000 compañías privadas realizan excavaciones», apuntó un miembro de la Asociación de Arqueólogos.

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