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Carlos GIL | Analista cultural

Tensión

Hipertensión. Hipotensión. Al cielo los improperios. Al frente las vindicaciones. Al suelo las ilusiones. Ser y estar. Una confusión, a veces un pleonasmo, en ocasiones una palíndromo emocional. La tensión sexual no se soluciona rezando. La tensión social no se soluciona en la obnubilación metodista, ni en la obsolescencia programada de la ideología. El abandono cultural es un síntoma de una enfermedad mucho más grave, que no se soluciona con unas convocatorias de ayudas y subvenciones. Si la educación solamente busca el pragmatismo del mercado y la colocación, el sistema está roto, no existe equilibrio.

Todo lo que se puede comprar se devalúa al instante. Es lo intangible lo único que perdura. ¿Quién debe marcar el terreno de juego en el campo creativo? La hipotensión cultural actual es fruto de una dejación de la ciudadanía, de un acomodo de los protagonistas, dejando todo en manos de los políticos y sus representantes funcionariales. Cuando el patrón valorativo es el dinero, todo es mercado, es decir todo es especulación, servidumbre, conservadurismo, complacencia, inmutabilidad del orden establecido. La reiteración de los hallazgos hasta convertirlos en mezquinos, la adulteración de las formas vanguardistas hasta usarlas como lenguaje publicitario, el fin de la incidencia del arte en el discurso político. La pérdida de la fuerza de la cultura como elemento transformador de la sociedad.

Así estamos, sin tensión, o tensionados desde la incapacidad de encontrar el lugar que debe ocupar la obra artística en estos momentos, cómo relacionarse con los públicos, qué ofrecerles. Es urgente una brújula que nos marque el camino al nuevo paradigma cultural.

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