Jorge Drexler se dejará versionear en tablets y smartphones
Jorge Drexler y la Orquesta Sinfónica de Euskadi han unido esfuerzos en un proyecto pionero que permite intercambiar infinitas veces una misma canción. Seducido por las nuevas tecnologías, el cantautor grabó ayer Donostia un tema titulado «Madera a la deriva».
Koldo LANDALUZE | DONOSTIA
Jorge Drexler, en comunión perfecta con la Orquesta Sinfónica de Euskadi, se encuentra en proceso de grabación de un inusual proyecto musical único: una pieza sonora que puede ser alterada por el usuario a través de tablets y smartphones. Bautizado como «Madera a la deriva», este tema será una de las tres canciones incluidas en una nueva aplicación ideada por el propio Drexler, a través de la cual se pueden combinar de infinitas formas los sonidos que conforman la base sonora. Titulada «n», en clara alusión al símbolo matemático de una serie de números naturales, esta experiencia se compone de varios bloques grabados por la OSE y otros que incluyen la voz de Drexler.
A partir de estas bases, el usuario puede combinar a su antojo cada una de las posibilidades que oferta esta creación, que se graba estos días en la sede central donostiarra de la OSE en Miramon. En un descanso de la grabación efectuada ayer, el cantante y compositor uruguayo reconocía a este periódico que «ha sido un reto muy difícil y que me ha llevado mucho tiempo poder llevarlo a la práctica» y se mostró encantado de poder trabajar con la OSE, tras la imposibilidad de cantar con el respaldo de la orquesta el mes de junio pasado debido al nacimiento de su hija.
Tres son los temas que componen esta oferta que Drexler ha denominado «Aplicaciones» y uno de ellos ya ha sido grabado. Titulada «Habitación 316», esta composición incluye 24 versos intercambiables que permiten al oyente combinar a su antojo las diversas escenas que comparte una pareja en la habitación de un hotel. Seducido por la nueva tecnología, el cantautor declara haberse sentido «inspirado y seducido» por la poesía combinatoria postsurrealista del siglo pasado y experimentos clásicos como el «Juego de dados» compuesto por Mozart.