El voto griego mueve placas tectónicas, puede fracturar su sistema de poder, y el futuro de la UE
Las elecciones legislativas que el próximo domingo se celebrarán en Grecia pueden tener múltiples implicaciones. Las placas tectónicas sobre las que los partidos dinásticos griegos, el socialdemócrata PASOK y el conservador Nueva Democracia, han gobernado los últimos 40 años, van a moverse y todo el sistema de poder puede fracturarse. Ninguno de los dos parece que obtendrá la mayoría y su dependencia mutua no les asegura la continuidad. El previsible aumento sustancial del voto contrario las medidas de austeridad de la UE y el FMI probablemente haga que el «eje progresista» de los partidos de izquierda pueda aspirar a ser algo más que una oposición minorizada e irrelevante. Todo indica, a su vez, un aumento de votos del neofascista Jrisi Avni (Amanecer Dorado) que se declara antiUE, que defiende que «primero es la nación y luego la democracia» y aboga por llenar de minas las fronteras para frenar la inmigración.
Sin embargo, los griegos no solo votan por su país. Una victoria de las fuerzas movilizadas contra las medidas de la UE -unido a un triunfo de Hollande en el Estado francés- haría del domingo una jornada amarga para Angela Merkel. El futuro de Europa también se vota en Grecia.