La ex primera ministra y líder opositora ucraniana Yulia Timoshenko aceptó ayer ser tratada de la hernia discal que padece en una clínica externa a la prisión donde cumple siete años de condena por abuso de poder. Timoshenko «ha aceptado de manera preliminar someterse a tratamiento (...) a partir del 8 de mayo con la condición de que venga el médico alemán de la clínica Charité», afirmó Raísa Moiseenko, viceministra de Sanidad, citada por la agencia rusa Interfax.

El fracaso de las presiones de los gobiernos europeos para que Kiev permitiera su tratamiento fuera del país, anunciando algunos de ellos su boicot a la Eurocopa de fútbol que se disputará en Ucrania y Polonia, llevó finalmente Timoshenko a aceptar ser tratada en su país. Tras reunirse en prisión con el médico del hospital universitario Charité de Berlín, Max Einhaupl, quien ya la examinó el mes pasado y diagnosticó que padece una «hernia discal, lo que le causa un gran dolor», decidió aceptar esa opción.

La injerencia de los ejecutivos comunitarios, preocupados, en este caso sí, por la situación de los derechos humanos en Ucrania, no ha conseguido su objetivo y Timoshenko será trasladada a la clínica número 5 de la compañía estatal de transporte ferroviario Ukrzaliznitsia de la ciudad oriental de Járkov «para el comienzo de su rehabilitación por parte de médicos alemanes y ucranianos».

La líder opositora ucraniana se declaró en huelga de hambre tras ser supuestamente golpeada el 20 de marzo por unos funcionarios de prisiones durante su traslado forzoso a la clínica fuera de la cárcel para su tratamiento. La prensa ucraniana publicó la pasada semana fotos en las que se aprecian algunos moratones en su cuerpo. El presidente ucraniano, Victor Yanukóvich, ordenó a la Fiscalía abrir una investigación, pero esta anunció ayer que no se incoará una causa penal ante la falta de pruebas.

También ayer, la sección alemana de Amnistía Internacional (AI) criticó el boicot político anunciado por líderes europeos y Bruselas a la Eurocopa y subrayó el silencio internacional existente a los «informes de torturas para forzar confesiones», e instó a los políticos y funcionarios deportivos que viajen a Ucrania a exigir una mayor defensa de los derechos humanos.

La canciller alemana, Angela Merkel, fue una de las primeras en amenazar con el boicot si no se ponía en libertad a Timoshenko y a esa iniciativa se sumaron varias capitales europeas y comisarios comunitarios. Organismos deportivos y los propios impulsores del boicot insisten en que quitar a Ucrania los partidos previstos no es la solución.