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ANÁLISIS RELEVO EN EL ELÍSEO

Hollande quiere dar señales claras de que el cambio ha comenzado

Treinta y un años ha tardado el PS en retornar a El Elíseo y por más que pese la sombra de aquel 10 de mayo de 1981, la victoria de François Hollande no despierta las mismas esperanzas y, por descontado, el país que ha votado para desalojar a Nicolas Sarkozy tampoco es el mismo.

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Maite UBIRIA

Esa es la voluntad que el presidente electo ha transmitido a sus más cercanos colaboradores. Con la dulce resaca de la celebración, primero en Corrèze y de madrugada en la Bastilla, el líder del PS citaba a su equipo para las siguientes horas. «El cambio empieza mañana» habría transmitido el primer presidente del PS desde François Mitterrand.

En la agenda matinal del sanedrín socialista, la preparación del traspaso de poderes. Con un calendario que se precisa y que, a la vista de algunos compromisos internacionales, se anuncia particularmente exigente.

El alquiler del local de campaña de Hollande, en la parisina calle Ségur, expirará el próximo sábado. Para entonces, el nuevo presidente habrá completado la quiniela del Gabinete con el que tratará de enviar señales claras de que la República ha entrado en un nuevo tiempo político.

Antes, sin embargo, Hollande deberá mostrar su perfil institucional en varios eventos de marcado carácter patriótico. Se espera al «presidente de todos los franceses» en las ceremonias de este 8 de mayo, en que se rememora el armisticio de la Segunda Guerra Mundial.

Al día siguiente, se celebra el Día de Europa, jornada propicia para que Hollande insista en uno de los mensajes sobre los que ha asentado su victoria: la necesidad de complementar las recetas de rigor presupuestario con políticas orientadas a lanzar el crecimiento y la creación de empleo en la UE.

El revés sufrido por las formaciones partidarias de la austeridad en las elecciones griegas puede servir a Hollande de argumento añadido cara a su encuentro, la semana próxima, con la canciller alemana, Angela Merkel, pero también para su estreno en otras reuniones claves, como la reunión del G8, los próximos 18 y 19 de mayo, en Washington.

El 10 de mayo le tocará honrar a Mitterrand y a aquella victoria de 1981 con la que Hollande quiere establecer una pasarela, pero no un puente inmutable. Son muchas las diferencias entre aquel 10 de mayo de 1981 y el 6 de mayo de consagración de Hollande. El líder del PS lo sabe y, según todos los indicios, tratará de conservar los elementos sentimentales de aquella fecha histórica, sin caer prisionero del legado de Mitterrand, cargado de demasiadas sombras.

Este aniversario puede marcar el punto de partida para una labor fundamental: la construcción del universo simbólico en que se apoyará el nuevo inquilino de El Elíseo. Hollande ofrecerá en esa cita con la Historia los primeros gestos de la «Presidencia normal» que quiere implementar a partir del 15 de mayo, cuando se torne la página del sarkozysmo con la despedida oficial a un presidente que ha agudizado las divisiones latentes en la sociedad francesa.

Hollande ha prometido que estará el fin de semana de vuelta en su feudo de Corrèze, deseoso como está de remarcar su agradecimiento a un territorio que ha dado dos presidentes, Jacques Chirac y ahora François Hollande, que han cultivado lazos de amistad a pesar de sus diferentes orígenes políticos.

La incógnita es si para entonces Hollande habrá nombrado su gobierno. Algunos colaboradores del presidente electo han transmitido el deseo de éste de acelerar los ritmos. El traspaso de poderes que arranca con la nominación del nuevo primer ministro empezará a concretarse el próximo lunes, y solo un día después debe conocerse al equipo encargado de materializar los cambios prometidos en el programa presidencial.

No se descarta, sin embargo, que el equipo de trabajo de Hollande despeje las incógnitas incluso antes, una vez que el Consejo Constitucional proclame oficialmente los datos electorales, anuncio que se espera para el jueves o el viernes.

Uno de los nombramientos que darán algunas pistas sobre el ritmo e intensidad del cambio es la nominación del secretario general de Eel Elíseo, por ser ese puesto clave a la hora de dar perfil a la acción presidencial. Suena para el puesto Pierre-René Lemas, exprefecto en Corsica y últimamente vinculado al Senado. Jean-Pierre Jouyet, hombre de confianza de Hollande, podría encajar en el cargo de presidente de la Autoridad de los Mercados Financie- ros, mientras que el nombre del banquero de Rothschild, Emmanuel Macron, se menciona bien para engrosar el equipo de El Elíseo bien para asumir algún cargo de relevancia en un Gobierno para el que será una prioridad aplicar el paquete de medidas socioeconómicas evocado por Hollande durante la campaña. Entre ellas, la subida del salario mínimo, la posibilidad de acceder a la jubilación a los 60 años, el contrato generacional o el incremento de las ayudas a familias con hijos en edad escolar.

Aubry, primer ministro, o no. Con una diferencia de 1.131.067 votos frente a su adversario, Hollande ha conseguido una victoria nítida, pero no abrumadora. A notar que 2,1 millones de electores se han decantado por el voto blanco o nulo y más de nueve millones han ido a la abstención. Esa victoria suficiente juega, a priori, contra las posibilidades de la «izquierdista» Martine Aubry de capitanear el nuevo Gobierno. La secretaria general del PS parecía tener garantizado el puesto con un triunfo más holgado. Sigue siendo favorita, pero también se apunta a otro posible candidato, el diputado Jean-Marc Ayrault.

La elección del Gobierno se anuncia crucial a unas semanas de las legislativas. El rosa tiñe tanto los consejos regionales y generales como el Senado. Y, aunque la elección presidencial no aguanta la comparación con ningún otro sufragio, un Gobierno que actúe con determinación tranquila puede ser un buen aval cara a pasar la reválida en la Asamblea Nacional.

sarkozy

El presidente saliente francés, Nicolas Sarkozy, confirmó a un grupo de colaboradores reunidos en El Elíseo, entre los que se encontraba su primer ministro, François Fillon, que abandona definitivamente la política tras su fracaso electoral.

juppé

El ministro saliente de Asuntos Exteriores francés, Alain Juppé, anunció ayer que no será candidato en las elecciones legislativas de junio, una decisión que tomó tras la victoria de François Hollande en las presidenciales.

verdes

La secretaria nacional de los Verdes franceses, Cécile Duflot, llamó ayer al movimiento ecologista a votar en principio a favor de la entrada en el futuro Gobierno. Los delegados se posicionarán hoy sobre su participación en el Ejecutivo.

Merkel le espera «con los brazos abiertos» pero pie en pared en su defensa de la austeridad

Si en el ámbito doméstico François Hollande es consciente de que no tiene cien días de gracia, menor es su margen, igualmente escaso, en la arena internacional.

Europa tiene prisa, y más con las expectativas, ajustadas a la realidad o a los deseos, que ha generado su elección. El presidente electo prepara ya su primera visita oficial a Berlín, donde será recibido por la canciller alemana, Angela Merkel. Un encuentro que se anuncia delicado, toda vez que la líder de Alemania puso ayer mismo pie en pared para recordar que la renegociación del Tratado presupuestario de la UE está fuera de lugar. La canciller, que ha ninguneado a Hollande durante toda la campaña, aseguró que será recibido «con los brazos abiertos». «La cooperación francoalemana es esencial para Europa y todos queremos que Europa triunfe», añadió, para insistir en que el pacto presupuestario -que exige recortes draconianos para reducir el déficit público-, ha sido ya firmado por 25 de los 27 estados de la Unión y, por lo tanto, «no es negociable».

Precisamente esta renegociación ha sido uno de los temas centrales de Hollande durante su exitosa campaña.

No obstante, Berlín deja la puerta abierta a una fórmula de compromiso para debatir una estrategia de crecimiento de aquí a la cumbre europea de finales de junio. «Debemos ahora escenificar (sic) un pacto de crecimiento para una mayor competitividad», afirmó el domingo el jefe de la diplomacia alemana, el liberal Guido Westerwelle.

Uno de los candidatos a primer ministro en el Ejecutivo de Hollande, Jean-Marc Ayrault, señaló ayer explícito que «cuando hay puntos de desacuerdo, es necesario que uno dé un paso para acercarse al otro».

Alemania insiste en que el crecimiento pasa por reformas estructurales como la del mercado de trabajo antes que por inversiones en grandes proyectos públicos europeos, como defiende Hollande.

Por de pronto, el jefe de Gobierno italiano Mario Monti se ha ofrecido como mediador. El tecnócrata tiene una posición interesante. Alabado por Merkel por su draconiana política de reformas, defiende una visión menos rígida de la disciplina presupuestaria.

No es este, sin embargo, el único dossier europeo que apremia a Hollande. Su posición sobre el presupuesto plurianual de la UE (2014/ 2020) -Sarkozy exigía su congelación y la de la contribución francesa, insistiendo por contra en el mantenimiento de las subvenciones agrícolas- se espera con ansiedad. Así como su posición respecto a la Comisión Europea, ninguneada en los últimos años por el eje Merkozy.

Ello sin olvidar el estrecho margen de Hollande en política doméstica. ¿Cómo conciliar inversiones públicas con el estado, caótico, de las cuentas francesas? GARA

afganistán

La rápida retirada francesa de Afganistán, que Hollande plantea para finales de 2012, inquieta a la OTAN y a Kabul, a pesar de sus declaraciones tranquilizadoras, debido a la inestabilidad persistente en la zona donde se encuentran desplegados los franceses.

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