Un nuevo doble atentado en Damasco deja una estela de devastación y dolor
La violencia golpeó de nuevo Damasco con un doble atentado suicida con coche bomba que ayer devastó el barrio periférico de Qazzaz y mató al menos a 55 personas, la mayoría civiles. Cuerpos carbonizados, miembros amputados, sangre, vehículos convertidos en amasijos de hierro y escombros cubrieron la zona. Régimen y oposición volvieron a acusarse mutuamente, mientras el jefe de observadores de la ONU volvía a pedir ayuda para acabar con la violencia que ensangrenta el país.
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Una mano, una pierna, un rostro machacado. En Damasco, tras el doble atentado suicida con coche bomba de ayer, los equipos de rescate llenaron quince bolsas de nylon con restos humanos no identificados mientras los sirios vagaban entre los coches en llamas, aturdidos por la visión de cadáveres carbonizados, buscando a sus familiares.
No habían dado las 8 de la mañana, hora punta, cuando en una vía rápida del barrio de Qazzaz por la que los sirios se dirigían a trabajar y a estudiar estallaron, con un minuto de diferen- cia, dos vehículos conducidos por kamikazes y cargados con más de 1.000 kilos de material explosivo. La deflagración, que tuvo lugar en el distrito donde se encuentra la Sección Palestina de la Inteligencia Militar, uno de los veinte órganos de la Policía Secreta siria, dejó al menos 55 muertos y 372 heridos.
Las autoridades sirias y la oposición se acusaron mutuamente del doble ataque, el más mortífero en la capital desde que comenzó la revuelta armada contra el régimen de Bashar al-Assad. Damasco responsabilizó a «grupos terroristas armados» apoyados por partes extranjeras y reiteró su decisión de perseguir y erradicarlos. La oposición exterior, el Consejo Nacional Sirio, y la armada, el Ejército Libre Sirio, que negaron su implicación, imputaron los atentados al régimen, argumentando que es éste el que ataca a los civiles, el que quiere asustar a los habitantes de Damasco e intenta convencer de que Al-Qaeda opera en Siria y el que quiere obstaculizar la labor de los observadores de la ONU para frustrar el plan de paz de Kofi Annan, porque esa iniciativa supone «la derrota del régimen».
«Pobres de nosotros»
A más de 50 metros alrededor del lugar de la explosión las fachadas y la carretera, con dos grandes cráteres de un metros y dos metros y medio de profundidad, quedaron reventadas.
«Pobre Siria, pobres de nosotros. Jamás habíamos conocido esto en nuestra vida», se lamentaban los supervivientes.
En medio de la desolación, un hombre preguntó a los rebeldes: «¿Ésta es la libertad que queréis? ¿Es esto libertad?» Varios testigos responsabilizaron a Arabia Saudí, Qatar y Turquía, que lideran la campaña contra Siria y en el caso de las cleptocracias del Golfo piden que se arme a los rebeldes. «Están destruyendo al pueblo sirio, no al régimen sirio», se lamentaban.
En el lugar de los hechos, el jefe de la misión de observadores de la ONU, el general noruego Robert Mood, señaló que «este acto terrorista» no supone una solución a los problemas de Siria y pidió ayuda para poner fin al conflicto que está ensangrentando el país desde marzo de 2011.
Según el opositor OSDH, cuatro civiles murieron a manos de las milicias leales al régimen en Homs, cinco oficiales de inteligencia fallecieron en una explosión en Alepo y un niño murió en Idleb. La agencia de noticias SANA informó de las muertes de cuatro miembros de las fuerzas de seguridad en Damasco, Alepo, Hama y Deiz Ezzor.
El Gobierno francés condenó firmemente el doble atentado, pero imputó a Damasco «toda la responsabilidad» por todos los actos de violencia que ocurren en el país desde hace un año. El portavoz del Ministerio francés de Exteriores, Bernard Valero, sostuvo que «al optar por una represión ciega y brutal, el régimen se está hundiendo en una espiral de violencia sin fin».
La condena fue firme en el caso del mediador para Siria, Kofi Annan, que pidió a todas las partes el fin de la violencia y que garanticen la seguridad de los civiles; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; su homólogo de la Liga Árabe, Nabil al-Arabi, EEUU y la Unión Europea. Coinciden en que los atentados dificultan la tarea de los observadores e insisten en que el plan de Annan sigue siendo la mejor solución a la crisis. Rusia responsabilizó a las potencias extranjeras de la violencia. GARA