La crisis en el seno de la UE se dilatará y la vía de solución no debería deprimir el crecimiento
Un informe económico de La Caixa compara lo que pasó en América Latina hace décadas con lo que está ocurriendo en la Unión Europea hoy. Encuentra paralelismos y afirma que se quedará entre nosotros durante «un período dilatado». Las salidas que buscó Estados Unidos son similares a las que aplican los gobiernos europeos: blindar a los poderosos.
Juanjo BASTERRA
Enseñanza latinoamericana para una crisis europea». Así analiza Alex Ruiz lo que ocurrió en América Latina al final del siglo pasado y lo que está ocurriendo en este momento en la Unión Europea. Ve un cierto paralelismo y advierte que la «resolución definitiva» llegará «en un período dilatado de tiempo». A la vez, sostiene que las vías de solución que deben enfrentar a la crisis «no deben deprimir el crecimiento». Algo que no está ocurriendo en estos momentos, en general, a nivel de la Unión Europea, pero en particular en los estados del sur, que están siendo obligados a la contención en el gasto y a los recortes. Ese camino prolonga la recesión y se muestra, como han explicado en muchas ocasiones otros economistas relevantes como Paul Krugman o el profesor Vicenç Navarro, «ineficaz» para salir de la crisis, porque «obliga a no consumir, a tener más paro y a disponer de salarios más bajos».
Alex Ruiz explica que la crisis de la deuda «asoló» América Latina en la década de los ochenta del siglo pasado y está resquebrajando la Unión Europea en estos momentos. Recalca, no obstante, que esa comparación debe «manejarse con prudencia». El economista de La Caixa desvela las soluciones que adoptaron los gobiernos de América Latina, pero se olvida quizá de lo principal: varios de ellos rompieron amarras con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, lo que ha permitido recobrar su fortaleza a nivel económico, por una razón fundamental, como está ocurriendo en la Unión Europea: todas las medidas que activaron la economía pasaron primero por garantizar que los recursos económicos de los poderosos no se perdieran en su totalidad, mientras que se dejó a la población en la pobreza y en el desempleo, con salarios bajos. Esta realidad saltó en el siglo XXI, cuando la población encendió la mecha de las revueltas sociales y los cambios políticos para romper la estrategia de los poderosos.
En el estudio se explican las diferentes etapas y el crecimiento de la deuda viva de América Latina pasó de 29.000 millones de dólares en 1970 a 159.000 millones de dólares a finales de 1978, «un crecimiento anual acumulativo de 24% aproximadamete». La mitad de la deuda se concentró en México y Brasil y el 80% era deuda soberana. El economista Ruiz explica que en 1982, «en la antesala de la crisis», la deuda se había duplicado respecto a tres años antes. Solo entre 1978 y 1980 el montante total de los intereses pagados se triplicó en América Latina. En este marco, el estudio de La Caixa confirma que «la crisis de la deuda latinoamericana de los ochenta y la europea actual comparten otras similitudes».
Entre ellas, destaca, tomando como referencia la crisis griega, «la financiación abundante y barata, sustituyendo los petrodólares de los setenta por los euros provenientes de Alemania y otros países europeos excedentarios en ahorro» y, a la vez, «unas expectativas de fuerte crecimiento económico esperado». Ambos episodios, de una lado y otro del Atlántico, «comparten una apreciable exposición de los bancos de los países acreedores, una deuda denominada en una divisa que no se controla y el detonante macroeconómico».
Entre 1982 y 1985 se buscó una solución, una «regulatory forbearance», es decir, la suspensión temporal de la obligación de reconocer las pérdidas esperadas por el impago de la deuda en sus balances y realizar las dotaciones correspondientes. «Dado que en 1981 los créditos a países en vías de desarrollo representaban el 260% del capital, la exigencia de dotar reservas para cubrir las pérdidas de estos créditos hubiese comportado, según ciertas estimaciones, la quiebra de siete u ocho de los diez primeros bancos de Estados Undios». Son argumentos similares a los que se están produciendo estos días en el Estado español y en la Unión Europea.
En realidad, como refleja el estudio de La Caixa, Estados Unidos, a través del Plan Baker (1986-88) y del Plan Brady (1989-1998), trató por todos los medios de garantizar que los fondos del poder financiero se resintieran de forma leve en sus inversiones de América Latina y «poder recuperarlos con rapidez». En el fondo, lo que ocurría con la población no se tuvo en cuenta, como en la Unión Europea. Solo mejoró, cuando la población «despertó» y «se alzó», como recordó Pablo Micheli, secretario general de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) en una entrevista en GARA.