Raimundo Fitero
Embargos televisados
Las posibilidades de hacer un espectáculo televisivo con asuntos consuetudinarios que acontecen en la rúa son infinitas. Mientras haya individuos que consideren que un minuto de gloria televisiva es un premio suficiente para que su situación personal, real, ficticia o semi sea convertida en material de consumo, el filón será inagotable. Y al paso que vamos, es bastante más rentable vender parte del alma al diablo televisivo que hacer muchas colas en el paro. La atracción del monstruo es de una gran potencia y afecta a cualquiera que en un momento preciso se encuentre con la guardia caída, sin olvidarnos de la existencia de muchos seres que sueñan con aparecer en la televisión.
En el nuevo canal de la Sexta, Xplora, donde colocan los documentales más extravagantes para llamar la atención y hacerse un hueco en nuestros enloquecidos viajes por el TDT, emiten «Embargos a lo bestia», que en los dos casos que he tenido el coraje de verlo se mostraba a una empresa dedicada a cumplir los embargos de automóviles. Detectan los coches con orden de embargo en algún lugar, generalmente cerca de la casa del supuesto propietario que ha pagado sus letras, y dos fornidos muchachotes de raza blanca van con una grúa sicodélica de última generación y otra furgoneta de apoyo a buscarlos, sin entablar negociación alguna.
Si fuese llamar al timbre, pedirle al embargado las llaves del deportivo y que se las diera, eso sería un reportaje de «Gente». Pero aquí existe violencia extrema, peleas, amenazas, hasta tiros si llega la ocasión. Sucede en un pueblo de Carolina del Sur, pero es un retrato de trazos gruesos de una sociedad podrida. Porque van con cámaras, eso es obvio; tienen que pedir permiso a los embargados, algunos serán actores, vale, pero en muchas ocasiones son simples ciudadanos que no les importa ser figuras de la televisión una noche aunque sea porque le han embargado el coche. Pensar que existe una agencia dedicada a ello, dos hombres y una mujer que argumentan y dan explicaciones sobre los operativos, nos informa de que la cosa tiene connotaciones sicológicas imposibles de determinar desde este lado de la pantalla.