Editorial 2012/5/8
Cero partido por dos
Deia
La ruptura pública, aunque no de facto, del Acuerdo de Bases suscrito en 2009 por PSE y PP (...) es más un cálculo de posibilidades electorales efectuado por ambos socios preferentes que la consecuencia lógica de la falta de concordancia de las políticas de ambas formaciones, evidente de hecho mucho antes y durante la mayor parte de la legislatura. Cierto es que, en una vana pretensión de diferenciarse del PP, Patxi López había iniciado en el último mes -junto a una campaña de presencia mediática de él y su gobierno- un alejamiento de los ejes políticos que parecía marcar el PP, auténtico guardián de las esencias del pacto hasta ahora. También que las críticas socialistas a los recortes y la política económica puesta en marcha en Madrid por el Gobierno Rajoy, pese a ser en muchos casos similares a los ya ensayados por el Ejecutivo López (por ejemplo, en Educación o Sanidad), suponían añadir tensión a un acuerdo maltrecho. Pero no lo es menos que todas esas divergencias de fondo e incluso alguna más chirriante en periodos electorales no habían pasado de acentuar la decadencia de la ya escasa imagen del Gobierno y de quien lo preside provocada por la ineficacia de sus políticas y la ausencia total de iniciativa ante la crisis. Si [el PP] lo hace ahora, aun si es solo en el plano mediático, no es por discrepancias en cuanto al modo de encarar el final de la violencia, que siempre han estado ahí, ni en cuanto a las políticas frente a la recesión, que en realidad no están ahí, sino por el cálculo sobre el control de los tempos electorales, que tanto López como Basagoiti pretenden.