Un cuento gótico, un viaje que se inicia en el siglo XVIII, barcos y trenes, historias fundacionales que enlazan Liverpool con Collinsport, un gentleman inglés perdido en la USA de los 70 (y en su fabuloso jukebox), historias de amor y despecho y todo un derroche del imaginario Burton puebla «Sombras tenebrosas». Qué os voy a contar: me reí, incluso se me escapó alguna carcajada viéndola. Supongo que se hace evidente que, tanto su alter ego cinematográfico (y su mecenas) Johnny Deep, como el propio Burton se lo han pasado bien haciéndola.

La sangre de La Hammer puebla la nueva película de Tim Burton. Bellas fantasmas, dilatación del tiempo narrativo, el espíritu de Barnabas Collins (personaje de la serie de la BBC), la vida y la muerte, el chic de lo freak y algún que otro patinazo en un guión en el que las carencias se hacen evidentes. Todo y más. Aquel que bajo el paraguas de la Disney creara en 1982 la fascinante y bella historia de «Vincent» continúa fiel a sus principios, a sus obsesiones y búsquedas cinematográficas. Y aunque no siempre acierte en todos sus proyectos, sus seguidores agradecemos su diferencia, la que gestó aquella historia surgida de un poema que él mismo había escrito, la del niño que veneraba a Vincent Price. «Vincent» fue una declaración de intenciones, el germen que dejó claro el estilo personal que iba a destacar en la brillante carrera del realizador norteamericano. Y esa breve pieza es el resumen en blanco y negro, en «stop motion», de toda su obra: la reivindicación del diferente. El perpetrador de «Eduardo Manostijeras» reivindica lo raro y nos hace amarlo. Leed «La melancólica muerte de chico Ostra» y reconciliaros con vuestro monstruo interior. Hace mucho bien.