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¿Esperan de verdad aplausos al himno?

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, es muy dada a la retórica inflamable y las metáforas sulfurosas. Como política ha demostrado ser hábil en el ejercicio del populismo, en las florituras verbales que generan el aplauso fácil, que copan la atención poniendo a colectivos sociales en la diana, en un ambiente hostil. Como si tratase de la «muñeca diabólica» de la derecha española más ultra, su discurso del enemigo se sitúa ya en el mainstream de una política española cada día más bloqueada y polarizada. Ayer dio un nuevo ejemplo al pedir suspender la final de Copa y que se celebre a puerta cerrada en el caso de que los seguidores del Athletic Club y del FC Barcelona piten al himno, la monarquía o la bandera de España. Una reacción tan segura como masiva, natural y sentida, que surge de la libertad de conciencia de personas y pueblos y que expresa emociones y sentimientos de afirmación nacional de Euskal Herria y Catalunya. ¿Qué esperan, que vascos y catalanes se pongan en pie y escuchen con lágrimas en los ojos un himno impuesto que no sienten y compresiblemente repudian? ¿Prohibir al público y jugar a puerta cerrada? El silencio sería más ensordecedor que las palabras y los pitos. Una y otra vez demuestran que, definitivamente, no conocen a este pueblo.

Legalizar el mismo día la manifestación «por la unidad de España» -«Contra el separatismo, una bandera»- convocada por La Falange y Nudo Patriota Español no es un hecho ajeno al ambiente que Aguirre está caldeando. Su boutade echa más gasolina a un fuego que puede terminar quemando y producir daños irreparables. Baste recordar al aficionado de la Real Aitor Zabaleta, acuchillado por los fascistas en Madrid. Como cortina de humo para desviar la atención del déficit oculto en Madrid o del fiasco de Bankia es un recurso tentador, que funciona y da dividendos, pero es una política de alto riesgo que genera una atmósfera donde los ataques antivascos transpiran.

No podrá establecerse una relación de causa-efecto con técnicas forenses entre las palabras de Aguirre y las eventuales acciones fascistas, pero todos saben que funciona. Parece no tenerlo en cuenta, pero explota el poder de sus palabras. Las consecuencias serán su responsabilidad.

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