Egipto elige nuevo líder, ¿tutelado por el Ejército?
Egipto celebra unas elecciones presidenciales que ciertamente pueden considerarse como históricas. Son las primeras elecciones tras la revolución -no culminada- que provocó la caída del autócrata Mubarak. Más de 50 millones de egipcios están convocados a las urnas y podrán elegir a la persona que lleve las riendas de su país. Una satisfacción, un motivo de optimismo que no puede esconder la preocupación sobre la capacidad que tendrá para afrontar los retos de sacar a Egipto de una severa crisis económica y un paro masivo, y dar estabilidad y seguridad a un estado con instituciones muy frágiles y tutelado por un ejército con un poder económico enorme y opaco. Los candidatos en liza reproducen en cierta manera las líneas que dividen la sociedad: islamistas contra secularistas, revolucionarios contra exmandatarios de la era Mubarak. Aunque las apuestas apuntan a una pugna entre los islamistas -favoritos- y los representantes del antiguo régimen -aspirantes-.
La gran incógnita pendiente es cual será el papel del Ejército, si respetará su palabra de aceptar el resultado y de no entrometerse en la vida pública. Su pretensión de mantener su presupuesto en secreto, exento de todo control parlamentario, y su control sobre toda la legislación relacionada con la inmunidad y la responsabilidad penal es muy preocupante. Todo se verá en los próximos días. Bajo la atenta mirada de todo el mundo.