Los signos de la crisis humanitaria que vive Yemen son palpables tanto en la capital, Sanaa, como en las provincias lejanas, donde los servicios públicos son más débiles y la ayuda internacional se ve obstaculizada por los conflictos armados.

Siete organizaciones de ayuda internacional han hecho sonar todas las alarmas advirtiendo que Yemen está al borde de una «crisis alimentaria catastrófica» y pidieron a la comunidad internacional movilizarse antes de que sea demasiado tarde para enfrentar el problema.

En los barrios pobres de Sunaina en Sanaa, las familias no pueden alimentar a sus hijos e hijas. Es el caso de Oum Ahmed, una mujer con cuatro hijos. «Cuando mi marido gana 500 railes (2,3 dólares) se puede comer» explica. Su hija, de cinco años de edad, sufre de una enfermedad de la que no será tratada porque la familia carece de medios para ello. Pero incluso los trabajadores tienen dificultades para sobrevivir. Los clientes de los comercios no tienen con qué pagar sus compras por lo que el vendedor no recibe ganancia alguna. Los cuadernos de los que deben y lo que uno debe aumenta día tras día.

En 2011 el coste de los alimentos básicos se incrementó del 40% al 60% y el precio del gua potable un 200%, contribuyendo a la creciente inflación del país, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas.

El levantamiento popular que derrocó al anterior presidente Ali Abdullah Saleh ha supuesto una paralisis en el Gobierno ya afectado por la debilidad de las instituciones y la corrupción. La revuelta «dio lugar a una crisis humanitaria mucho más profunda de lo que podíamos imaginar» subraya Ismael Ould Cheikh Ahmed, funcionario de la ONU.

Los datos de la ONU testimonian la extensión de la crisis humanitaria. Aproximadamente el 55% de los yemeníes vive por debajo del umbral de la pobreza con menos de dos dólares al día. Diez millones se encuentran en una situación de «inseguridad alimentaria» y cinco millones en una situación de «inseguridad alimentaria severa». Cerca de un millón de niños y niñas menores de cinco años sufren «desnutrición aguda» y si no se toman medidas una cuarta parte «estará en peligro de muerte».

El sector de la salud, que apenas funcionaba antes de la sublevación de 2011, ha sufrido varios reveses significativos. Enfermedades como el sarampión han vuelto a aparecer, matando a 170 menores, la mayoría desde principios de enero de 2012. La cólera y el dengue también han reaparecido.

La tasa de desempleo entre los jóvenes ha aumentado hasta un 53%. Los inversores se han retirado y han cerrado las fábricas creando, según las estimaciones de la ONU, pérdidas de hasta 8.000 millones de dólares en ingresos para el sector privado propinando un severo golpe a la economía de Yemen, que ya se considera como el país árabe más empobrecido.

Si la crisis humanitaria no se resuelve, Cheikh Ahmed advierte de que pondrá en peligro la estabilidad del país y hará descarrilar el «proceso de transición política».

Por su parte, el economista Mohamed al-Maitami opina que Yemen es «totalmente incapaz de resolver los desafíos que le esperan». «Necesitamos un apoyo internacional importante».

La ONU, en colaboración con organizaciones no gubernamentales internacionales, lanzó una propuesta de ayuda de 455 millones de dólares para 2012 que, por el momento, se ha cubierto solo en un 42%. El sistema educativo no ha recibido nada, ni tampoco el sector del agua. Las instalaciones sanitarias y de higiene solo el 12% y las políticas de protección de grupos denominados como vulnerables -como las mujeres y los menores- se han cubierto solo en un 8%.