crisis en siria
Hollande toma la iniciativa y lidera la ofensiva contra Siria
No descarta una intervención armada «a condición de que se haga mediante una decisión del Consejo de Seguridad». Expulsó a la representación diplomática siria y la medida fue seguida en Europa y EEUU
GARA | DAMASCO
Como ya hiciera en Libia, el Estado francés ha tomado las riendas de la presión internacional, en este caso, contra el régimen sirio de Bashar al-Assad. La decisión del nuevo Gobierno de expulsar a la embajadora siria en protesta por la masacre del pasado viernes en Hula, en la que murieron 108 personas, de ellas 49 eran niños, generó una reacción en cadena. Países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y el Estado español anunciaron la salida inmediata de los embajadores sirios o, en su defecto, de todos los representantes diplomáticos y sus familias de sus estados.
El lunes, el presidente francés, François Hollande, llamó por teléfono al primer ministro británico, David Cameron, para estudiar medidas conjuntas.
«La locura mortífera del régimen de Damasco representa una amenaza para la seguridad regional y sus responsables deberán responder de sus actos», remarcaron ambos mandatarios, según una nota publicada por la presidencia francesa.
Ayer, Hollande fue el primero en anunciar la expulsión de Lamia Chakkur, también embajadora de Siria ante la Unesco, con sede en París. «No se trata de una decisión unilateral, sino que se ha consultado con nuestros socios», manifestó.
El presidente, que este viernes recibirá en el Elíseo a su homólogo ruso, Vladimir Putin, principal apoyo de Al-Assad, convocó para principios de julio en París al grupo Amigos de Siria, que reúne a gran parte de la comunidad internacional. «Estamos buscando la fecha que permita reunir al mayor número de personas», señaló.
En una posterior entrevista con la cadena France 2 y en contra de lo expuesto por su ministro de Exteriores Laurent Fabius en «Le Monde», aseguró que «no excluye una intervención armada a condición de que se haga mediante una decisión del Consejo de Seguridad. Hay que convencer a China y a Rusia».
Carta de Bernard-Henry Lévy
Fabius, que llamó a Al-Assad «asesino de su pueblo», descartó una operación militar terrestre porque «el Ejército sirio es muy poderoso y ningún Estado está dispuesto a considerar una intervención terrestre».
Admitió que una hipotética incursión aumentaría peligrosamente «el riesgo de que el conflicto se expanda por la región, especialmente a Líbano».
En este contexto, resulta significativo que la declaración de Hollande se produjera horas después de que el escritor Bernard-Henry Lévy, cuya influencia fue fundamental para que Nicolas Sarkozy apoyara en Libia a los grupos opositores a Muamar Gadafi tanto a nivel diplomático como militar, enviara a importantes periódicos europeos una carta abierta -parcialmente filtrada por agencias- dirigida al mandatario francés en la que le insta a «tomar la iniciativa» con respecto a Siria.
«¿Hará Francia lo mismo por Hula y Homs que lo que hizo por Misrata y Benghasi? ¿Harán valer ustedes su credibilidad y la de nuestro país para volver hacia nuestros aliados -Gran Bretaña, EEUU, la Liga Árabe y Turquía- y diseñar una estrategia que vaya más allá del apoyo a la iniciativa de Kofi Annan?», se pregunta. «Yo sé señor presidente que tiene otras urgencias, pero ¿qué era más urgente: viajar a Afganistán para preparar la retirada anticipada de nuestras tropas o tomar la iniciativa en Siria?», remarca.
Siguiendo la estela del presidente francés, la agencia de noticias alemana PDA informaba de la retirada del embajador sirio en Berlín, Radwan Lufti.
«Esperamos que el mensaje claro que estamos enviando se registre en Damasco y no se tope con oídos sordos», manifestó el responsable de Exteriores, Guido Westerwelle. Anteriormente, en febrero, el Gobierno expulsó a cuatro funcionarios de la embajada sospechosos de haber espiado a militantes de la oposición en el exilio.
Desde Londres, el titular de Exteriores, William Hague, dio siete días de plazo al encargado de negocios de Siria, Ghassan Dalla, y a otros dos diplomáticos, aunque mantendrá abierta la embajada. «La comunidad internacional está horrorizada por el asesinato de tanta gente inocente, incluida la terrible masacre de Hula», subrayó
El Gobierno canadiense, por su parte, dio cinco días a «todos los diplomáticos sirios» y sus familias para abandonar el país.
«Los canadienses están horrorizados tras saber los detalles de esta masacre, en la que murieron casi tres docenas de niños menores de diez años», destacó el canciller John Baird.
El Consejo Nacional Sirio (CNS) saludó la expulsión de los diplomáticos y apeló a la comunidad internacional a «romper todos los lazos diplomáticos» con el Ejecutivo sirio.
Instó al Consejo de Seguridad a adoptar una resolución que autorice el uso de «la fuerza necesaria para prevenir el genocidio y las muertes cometidas por las milicias del régimen».
La única voz diferente volvió a ser la del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, que insistió en repartir la culpa de la violencia. En cuanto a la matanza de Hula, pidió en conversación telefónica con el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Annan, «una investigación imparcial y objetiva».
El jefe de los observadores, el noruego Robert Mood, indicó que al menos 108 personas murieron, entre ellas 49 niños.
Rupert Colville, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, advirtió que esta cifra es «temporal» y que podría aumentar porque disponen de informaciones todavía sin confirmar de que algunos cuerpos podrían seguir bajo los escombros causados por el fuego abierto con armamento pesado.
«Tomará tiempo saber cuánta gente murió, pero el número es hasta cierto punto irrelevante. Se trata de un crimen atroz, con casi la mitad de las víctimas niños», destacó. Sobre la investigación, explicó que «hay indicios de que familias enteras recibieron disparos dentro de sus casas. Estamos en la etapa preliminar de establecer lo ocurrido, pero testigos y supervivientes afirman que la mayoría de las víctimas fueron ejecutadas por personas que describen como pertenecientes a la milicia progubernamental Shabiba. Creemos que menos de 20 de los 108 asesinatos se debieron a disparos de artillería y tanques».
En opinión de algunos expertos, esta masacre socava la credibilidad de la misión de la ONU, que, con 300 observadores sobre el terreno, se muestra incapaz de detener la espiral de violencia. «Puede que algunos países opten por incrementar su ayuda a los grupos armados o que prevalezca la postura de China y Rusia, que deberán desplegar todo su poder de convencimiento con Siria», consideró Peter Harling, analista del International Crisis Group.
Israel rompió su hasta ahora elocuente silencio llamando «asesino» a Al-Assad. El presidente Simon Peres afirmó que «nadie debe ser indiferente» a la masacre de Hula y que «es tiempo de ayudar a los sirios a lograr la paz y recuperar su libertad».
Al menos veinte soldados gubernamentales, seis civiles y otros tantos milicianos murieron ayer en los intensos combates registrados en los alrededores de la ciudad de Atareb, situada en la provincia de Aleppo, a 18 kilómetros de la frontera con Turquía.
Según denunciaron fuentes opositoras, los enfrentamientos estallaron después de que el Ejército lanzase una ofensiva con carros de combate y helicópteros para recuperar el control de la zona. La mayoría de los militares murieron cuando grupos armados atacaron una columna de vehículos blindados y camionetas que se dirigían a Atareb desde una base del Ejército situada al este de la localidad. GARA
El presidente sirio, Bashar al-Assad, reunido ayer durante dos horas con el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, condicionó el éxito de su plan de paz a que «se detenga el contrabando de armas y se frene el terrorismo y a quienes lo apoyan».
Denunció que en las últimas semanas supuestos grupos armados han aumentado sus acciones matando y secuestrando ciudadanos sirios, así como atacando propiedades públicas y privadas.
Al encuentro también asistieron el ministro de Asuntos Exteriores, Walid al Mualem; la consejera de Al-Assad, Buzaina Shaban, así como el viceministro y el portavoz de Exteriores, Faisal Miqdad, y Yihad Maqdisi, respectivamente.
Este último aseguró a la prensa antes del encuentro que el Gobierno ha respetado el alto el fuego vigente desde el 12 de abril «a diferencia de la otra parte, que no se comprometió con el acuerdo fundamental con la ONU», en alusión a los opositores.
Por su parte, Annan comunicó a Al-Assad «la grave preocupación de la comunidad internacional por la violencia incluyendo en particular los recientes acontecimientos en Hula». Le advirtió que la situación se encuentra en un «punto de inflexión» en el que los ciudadanos «no quieren un futuro de derramamiento de sangre». Por ello, reclamó al presidente pasos «atrevidos».
«Queremos acciones y no meras palabra. No mañana, sino ahora» insistió en una comparecencia en la capital siria. Pidió que se investigue esta matanza y se castigue a sus responsables, al tiempo que lamentó que la violencia se ha reanudado pese a que ambas partes en conflicto frenaron sus acciones el pasado 12 de abril, cuando entró en vigor el alto el fuego.
«No hay ninguna razón para que no se vuelva a parar de nuevo (la violencia)», subrayó tras exigir al Gobierno y sus milicias que «frenen sus operaciones militares y muestren una contención máxima» y a la oposición armada que cese sus actos violentos.
«Tenemos que acabar con esta violencia y empezar a revivir la esperanza en una transición política hacia un futuro democrático», insistió. La de ayer era su segunda visita a Siria desde el 10 de marzo.
El presidente del Consejo de Coordinación Nacional Sirio, principal grupo de la oposición interna en ese país, Hasan Abdelazim, admitió que el fracaso del plan Annan «significaría que la región entera explote». GARA