¡Bielsa se queda, carajo! Ha habido que aguardar una inacabable semana de rumores para terminar con un comunicado casi telegráfico colgado a primera hora de la tarde de ayer en la web del club de Ibaigane: «El Athletic Club y el entrenador Marcelo Bielsa han acordado prorrogar la relación contractual que unía ambas partes hasta el 30 de junio de 2013».

No parece que vaya a haber comparecencia pública del entrenador rosarino, que seguramente partirá en breve rumbo a Argentina, donde le esperan su mujer Laura Bracalenti y sus dos veinteañeras hijas, Inés y Mercedes, uno de los motivos, el alejamiento familiar, barajado estos días como una de las explicaciones a las supuestas dudas de Bielsa para prorrogar su estancia en Bilbo. A final de junio o primeros de julio comenzará la pretemporada.

En el hogar rosarino de los Bielsa se imponía la «ley de la insatisfacción» que a todos sus hijos les inculcó la mamá Lida. La misma insatisfacción que se apoderó de Marcelo tras perder su segunda final en apenas quince días y entender que había fallado a la afición y probablemente a sí mismo. Ayer, se dio una nueva oportunidad.

Al final, a juzgar por las últimas informaciones, el acuerdo entre técnico y club ha estado sujeto a una serie de demandas del argentino que la entidad rojiblanca habría aceptado. Entre ellas, algunos cambios en Lezama, tanto en las instalaciones como en la propia organización del trabajo. Incluso ha trascendido que Bielsa pasará a vivir en las propias dependencias -alguno ya las ha rebautizado con humor como `Bielsa Hiria'-, algo que no será una novedad en Lezama, ya que también el inglés Howard Kendall residió allí durante parte de su estancia en el club. Como le confió el argentino a un jugador en sus primeros tiempos en Newell's, «mientras usted duerme, yo estoy haciendo cosas para que el equipo mejore». La próxima temporada lo hará y dormirá en Lezama.

Será su segunda campaña en Bilbo y presumiblemente última, por cuanto se antoja difícil que un vestuario `soporte' un tercer año el nivel de exigencia y compromiso tanto físico como mental al que Marcelo Bielsa somete a sus equipos. Una segunda campaña en la que ni siquiera el técnico prometerá igualar o mejorar la recién acababa. Cuando aterrizó en Lezama, en julio pasado, y con el equipo metido en Europa, advirtió: «Lo que pasó antes no siempre autoriza para saber lo que ocurrirá en el futuro». Y añadió: «En el fútbol, la mayoría de las presunciones fracasan».