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Koldo CAMPOS | Escritor

Nos cambiaron la pregunta

O bombas o votos? Esa era la pública propuesta que planteara el Estado español en relación al conflicto vasco, pero mucho antes de que Rubalcaba formulara su pregunta, el Estado español conocía la respuesta.

Prueba de ello, su proverbial sordera, cada vez más acusada y grave, su empeño represivo ilegalizando partidos, cerrando medios, vulnerando libertades y derechos, transformando cumplidas sentencias en condenas perpetuas, torturando, y sin haber renunciado a su violencia ni pedido perdón por su impune ejercicio.

Y lo digo a tenor de ese infame proyecto que permitiría votar en el País Vasco a cualquiera que alguna vez en su vida haya venido por aquí.

Algo así como que los problemas de una casa no los resuelvan sus inquilinos, sino todo pariente, vecino, cobrador, repartidor, vendedor, mendigo, fontanero o testigo de Jehová que haya pasado por ella.

Una aberración democrática absolutamente insólita que solo será superada cuando las cuentas de su próximo fraude sigan sin rendir los frutos apetecidos y resuelvan entonces que, para poder votar en Euskal Herria, ni siquiera es preciso ubicarla en el mapa, y que cada quien vote donde más le apetezca o mejor le cuadre.

Alguien escribió una vez sobre el muro de una ciudad una inolvidable leyenda que nunca debiéramos olvidar: «Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas». Tal parece que, en el Estado español, se disponen de nuevo a cambiar la pregunta:

¿O bombas o pucherazo?

Y la respuesta sólo puede ser la misma de siempre: votos, más votos para una Euskal Herria independiente y socialista.

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