Una protesta masiva de la oposición hace frente a la persecución de Putin
La oposición rusa logró ayer llevar a cabo una fuerte movilización en Moscú en la que participaron decenas de miles de personas contra el presidente, Vladimir Putin, desafiando el estado policial que el Gobierno ruso quiere implantar y que la víspera estuvo marcado por redadas sin precedentes dirigidas a los líderes del movimiento opositor. Esta persecución hizo que muchas más personas se sumaran a la protesta.
GARA |
La movilización de ayer en Moscú reunió, de nuevo bajo el lema «Rusia Sin Putin» a más de 100.000 personas, según Sergei Udaltsov, el líder del Frente de Izquierda, uno de los principales líderes de la protesta sin precedentes en los últimos meses contra el régimen ruso. La policía minimizó el alcance de la movilización afirmando que participaron 18.000 personas.
La diversidad de las fuerzas que pese al apabullante despliegue policial y la fuerte lluvia consiguieron movilizar a decenas de miles de personas quedó patente en el arco iris de banderas que inundaron la avenida Sajarov. Los estandartes color naranja del movimiento Solidaridad ondearon junto a los pabellones imperiales rusos, el blanco y verde de los liberales de Yabloko y las banderas ultranacionalistas, igual que las banderas tricolores de Rusia junto a las rojas con la hoz y el martillo soviéticas o las rojinegras anarquistas. Udaltsov, que ignoró la prohibición de la policía de participar en la manifestación, fue el primero en tomar la palabra en el mitin contra el poder de los ladrones y estafadores» y por «un poder honesto».
«Tienen miedo», aseguró Boris Nemtsov, otro líder opositor, ex viceprimer ministro con Boris Yeltsin. Oficiales de policía subieron a la tribuna desde donde se dirigían a la multitud para llevarlos ante al Comité de Investigación donde debían declarar por la manifestación del 6 de mayo, al igual que el militante anticorrupción Alexei Navalny y el líder del movimiento Solidaridad, Ilia Iachine.
La víspera de esta masiva protesta Navaly, Udaltsov y varios líderes opositores más fueron objeto del registro de sus domicilios. Ayer tuvo lugar otro registro en la oficina de la asociación anticorrupción de Alexei Navalny, tras finalizar el interrogatorio de éste.
Pero la persecución consiguió aumentar el éxito de la manifestación. «Esto muestra el sistema vertical de poder puesto en marcha por Putin, pero el resultado es que ha venido más gente a manifestarse», afirmaba Sergi Kessler, un parado de 58 años.
En esta situación de acoso a la oposición, con la nueva legislación que dificulta cualquier convocatoria, la manifestación fue finalmente autorizada después de largas negociaciones. Pero el régimen ruso desplegó carros de bomberos, blindados antidisturbios, camiones militares, autobuses cargados de efectivos y hasta estaciones militares que impedían la telefonía móvil en la zona y bloquearon las calles adyacentes a la avenida, cercada además por al menos cinco cordones policiales. Los ciudadanos debían atravesarlos y someterse a detectores de metales para participar en la manifestación.
Más de 12.000 miembros de la Policía, unidades especiales antimotines y tropas del ministerio del Interior controlaron la primera manifestación tras la investidura de Putin el pasado 7 de mayo como jefe del Estado.
Desde entonces el régimen ha endurecido su postura ante las protestas que se desarrollan desde hace cinco meses, con tintes de Estado policial.
Varias páginas de la oposición en internet, como la de radio Eco de Moscú, la televisión Dojd y el diario «Novaia Gazeta» fueron inaccesibles ayer. Dojd denunció ser víctima de un ataque pirata como los que habitualmente sufre la oposición en los procesos electorales o cuando convoca manifestaciones.
En San Petersburgo, entre 5.000 y 6.000 personas participaron en otra movilización contra Putin.
Mientras se desarrollaba la manifestación, y ante la élite política reunida en el Kremlin para celebrar la fiesta nacional, el presidente ruso, Vladimir Putin, lanzó a los opositores la advertencia de que «todo lo que debilita al país y desune a la sociedad es inaceptable para nosotros». En un tono más conciliador, por primera vez dejó entrever su disposición a buscar compromisos. «Es importante oirnos y respetarnos, aspirar al entendimiento mutuo y hallar compromisos», aseguró. Por su parte, la representante de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, mostró su preocupación por los intentos de limitar el derecho a manifestación y las presiones contra quienes lideran las protestas. GARA