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CAMBIOS EN EL CONSUMO POR LA CRISIS

El producto superfluo disminuye en favor de las compras más sensatas

Los negocios buscan fórmulas de venta que animen a consumir, al tiempo que la clientela readapta sus hábitos de compra. La crisis obliga. En el sector alimenticio, la tendencia es reducir la cantidad y adquirir productos más económicos. En cuanto a ocio, se elige con más cuidado qué día salir y cuánto gastar. Y mientras, el sector textil tira de promociones especiales y cruza los dedos para las rebajas.

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Oihane LARRETXEA | DONOSTIA

A la clientela le cuesta más soltar los euros, y cuando lo hace, se lo piensa dos veces... o tres. Los caprichos, las compras más superfluas, pierden peso en las listas de la compra o en la agenda de las actividades de ocio, en beneficio de un consumo más responsable, más sosegado. En definitiva, más acorde con los números de la cuenta corriente. La crisis lo cambia todo.

GARA ha visitado nueve comercios de Donostia, aunque claramente las situaciones que detallan los dependientes y tenderos podrían reflejar la situación de cualquier otra capital vasca. Desde las pescaderías y carnicerías de La Bretxa hasta las tiendas de ropa del Centro, pasando por los bares de la Parte Vieja. Quien más quien menos percibe que no hay holgura en los bolsillos.

ALIMENTACIÓN:

Los salmonetes lucen relucientes. Tienen un color tan vivo e intenso que resulta inevitable fijar la mirada. No obstante, el resto del género que reposa sobre los mostradores de las pescaderías Mailu y Amaia de La Bretxa, regentadas por Lorea Arrieta y Amaia Eraso, respectivamente, nada tienen que envidiar; rodaballos, doradas, medianas... Con el delantal puesto -son las 11.00, y están en plena faena-, aseguran que la crisis ha afectado al sector, aunque matizan que lo ha hecho de diferente manera según la edad del cliente. Si bien afirman que los adultos siguen consumiendo pescado, constatan que compran cantidades más reducidas. «Te piden un gallo pequeño para el niño, o en lugar de llevarse un kilo de anchoas te piden tres cuartos».

En cuanto a la juventud, Eraso dice que son cada vez más quienes «comen en casa de la ama o se arreglan con cualquier cosa», un recurso del que, en su opinión, echan mano cada vez más adultos. «Se niegan a cocinar y para cenar compran una tortilla de patatas precocinada. ¡Si por lo menos compraran los huevos y las patatas!», lamenta. Ante tales situaciones, opina que no se trata únicamente de una crisis económica, sino también de «una crisis de valores, de no mantener una buena alimentación alrededor la mesa».

De todas maneras, y aunque muchos hogares se han ajustado el cinturón, Arrieta resalta que los precios de los pescados son muy variados y que se pueden adaptar a cualquier bolsillo. «Con una mediana pueden comer cuatro personas una buena cazuela. Y la calidad está asegurada», concluye.

Del naranja de los salmonetes al rojo de la buena chuleta. Sensaciones similares se cuecen al otro lado del pasillo, en la zona de las carnicerías. Carmelo Odriozola lleva 50 años al frente de su puesto y asegura que desde enero a junio la cuesta abajo ha sido constante. «Nunca he visto nada similar», dice. Los precios no han subido en los últimos dos años, pero a pesar de eso es consciente de que la gente «no llega». Y los que llegan «miran mucho los precios», cuenta. Por eso, piezas como el solomillo o la chuleta tienen menos salida.

HOSTELERÍA:

Las crisis son un acicate para desarrollar la imaginación y, por consiguiente, impulsar nuevos proyectos. Buen ejemplo de ello, en el sector hostelero, es el pintxo-pote. No es una solución definitiva, pero ayuda a cuadrar los números al cabo de cada mes. En Donostia han ido más allá. La campaña «Ostiraleroak» está arrasando los viernes en la calle Ikatz. Se trata de unos bonos que se canjean en cada bar por una consumición, pero no se pueden gastar dos bonos en el mismo local para evitar que la clientela se concentre en un solo punto. Al pedir una cerveza, esa misma consumición es gratis en el siguiente local. Si en su lugar se consume por ejemplo, un gin-tonic, en el siguiente establecimiento esa misma bebida cuesta la mitad. Esta iniciativa ha conseguido levantar las noches de los viernes, y de 22.00 a 1.00 mantiene la calle abarrotada.

Al margen de estas iniciativas, el día a día de los hosteleros donostiarras nos lo cuentan Bernardo Beltrán, desde el restaurante Casa Bernardo; y Javi Alonso, desde el bar Endara, sitos en la calle Puerto y Mayor, respectivamente. «El que tenía sigue teniendo y puede seguir viniendo, pero se contiene más, y a la hora de coger el vino, en lugar de tirar por lo alto, elige uno inferior», detalla Beltrán.

Tras 50 años en activo, cuenta con clientela fiel pero también recibe la visita de miles de turistas cada año. A pesar de eso, asegura que la crisis se nota, y que la situación es difícil porque está siendo «dura y prolongada».

Con un sencillo ejemplo, Alonso dibuja muy bien cuál es la realidad. «Antes de consumir ningún pintxo preguntan su precio, cosa que antes no pasaba. Además, en el caso de los extranjeros, en lugar de coger cada uno tres o cuatro, que era lo habitual, ahora eligen esa misma cantidad para compartir».

En cuanto a la clientela de casa, destaca que el miércoles es el día fuerte de la semana, excluyendo el fin de semana. Desconoce el motivo, pero cree que se puede deber a la necesidad de «tomarse un respiro a mitad de semana». Pero en cualquier caso, Alonso comparte que se elige más a conciencia el día para alternar.

Sobre cómo se puede adaptar un bar a esta situación, explica que se ajustan mucho más las cantidades para evitar tirar al cierre la menor cantidad de comida posible. «Si antes hacíamos cinco o seis pintxos de cada, ahora hacemos tres», y así el «margen de error» es menor.

ROPA:

Con siete tiendas de ropa en la capital guipuzcoana, Arbelaitz es uno de los clásicos en Donostia en cuanto a multimarcas se refiere. Queda más de una semana para que el día 1 arranquen de manera oficial las rebajas, pero en el escaparate lucen desde hace días carteles que anuncian un descuento del 50% en ropa. Sin embargo, esta es una costumbre que Arbelaitz tiene desde hace años.

Desde uno de los locales ubicado en la calle Txurruka, la encargada Rosarito Zaldua explica a GARA que las campañas de este tipo sirven para «animar a la clientela» los días previos a las rebajas oficiales.

En una ciudad en la que en un mismo día puede ser invierno y verano, el tiempo es otro factor a tener en cuenta porque «influye mucho en las ventas». En este sentido, apunta que la temporada ha sido «mala» porque ha llovido mucho y el apetito para comprar vestidos o ropa ligera disminuye.

Por contra, sí cree que quien tenía dinero lo sigue teniendo. Precisamente, datos recientes corroboran que las ventas de los objetos de lujo no han descendido, sino todo lo contrario.

Sobre cómo se esperan las rebajas, responde que «estamos a verlas venir». «La crisis es una cadena que ha terminado por afectarnos a todos», dice Zaldua.

Una actitud parecida muestra Julián Bengoetxea, desde la tienda Sirta de la calle Hondarribia. Con un 30% de descuento en ropa, sostiene que estas promociones ayudan a vender una prenda que la clienta ha visto previamente y a que «pique» en otro artículo.

Lamentando la cantidad de locales que han echado ya la persiana, describe junio como un mes nefasto porque «han bajado las ventas y han subido los pagos del género». Por eso, lo mismo que los hermanos Alonso del bar Endara hacen con los pintxos, Bengoetxea lo hace con la ropa: ajustar los pedidos.

Sonríe mientras habla, aunque lance un mensaje pesimista: «Yo nunca he visto nada igual. Ves las noticias y te dan ganas de quedarte en la cama. No creo que las rebajas vayan a ser buenas, y tampoco que las cosas en Donostia cambien de un día para otro».

«Las promociones están para aprovecharlas, y si ves algo que te gusta merece comprarlo, porque puede que más adelante ya no quede», sostiene Olga Herrero, desde la tienda J18 de la calle Hernani. Este comercio vende marcas que no se pueden encontrar en Donostia, y abrió sus puertas hace cuatro años. La bajada, no obstante, la ha notado en los últimos seis meses, es decir, desde que comenzó el año. «Hasta entonces todo ha ido muy bien, la gente compraba sin mirar el precio, eso les daba igual. Ahora se lo piensan muy mucho, y lo primero que consultan es el importe», dice.

Para dinamizar la tienda, ha habilitado un pequeño espacio donde vende bonitos muebles y elementos de decoración. Tiene la ropa a mitad de precio y mira las próximas semanas con optimismo: «Las rebajas van a ser buenas. Si pones buenos descuentos, la gente no falla».

abrir en domingos

Representantes ELA, LAB, UGT y CC.OO. presentaron frente a la sede de Lakua en Bilbo un total de 51.160 firmas para reclamar que no se permita la apertura de comercios en domingo o festivos. El primer día oficial de rebajas cae este año, precisamente, en domingo.

«Promociones de verano» hasta que comiencen las rebajas

Los comercios agrupados en Euskaldendak podrán hacer promociones, con descuentos y precios especiales, desde este próximo jueves, 28 de junio, hasta el 1 de julio, domingo, que es cuando comenzarán oficialmente las rebajas. Este fue el acuerdo al que llegó la asociación de comerciantes con la viceconsejera de Comercio del Gobierno de Lakua, Pilar Zorrilla.

No obstante, a dicha reunión los comerciantes asistieron con la petición de modificar el decreto que regula las rebajas en la CAV, que data de 1997, con el fin de adelantarlas del 1 de julio al 28 de junio para mejorar sus ventas, máxime cuando ese primer fin de semana de julio muchas personas inician sus vacaciones de verano.

La petición no prosperó, porque según les explicó Zorrilla, la modificación y aprobación de un nuevo decreto suele durar una media de cien días por los trámites

Amador Viteri, presidente de Dendartean, asociación que engloba a comercios de Gipuzkoa, dijo que aunque no cuenten con el visto bueno de Lakua, propondrán a sus asociados -alrededor de 6.000- que «sigan adelante» y adelanten el día de inicio de las rebajas. GARA

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