condenas a videla y otros diez represores por el robo de bebés
Los gritos entrelazados de tres generaciones
Ainara LERTXUNDI Periodista
Alas puertas del Tribunal Oral Federal 6 de Buenos Aires se dieron cita los anhelos y gritos de amor y desgarro de tres generaciones. Muchas abuelas pudieron asistir a la lectura de la sentencia acompañadas de sus nietos recuperados, otras muchas lo tuvieron que hacer sin ellos, porque aún quedan cerca de 400 menores, ya adultos, por restituir a sus familias biológicas.
A la alegría por oír los 50 años de condena a Videla, se sumaron sentimientos de tristeza y dolor por lo que toda esa generación y, en especial, aquellas madres padecieron en nombre de la lucha contra la subversión.
El jueves, el nombre de todas ellas resonó en la sala donde los máximos jefes de la Junta Militar junto a otros represores escucharon sus condenas.
En lo personal, me hubiera gustado escribir que el juicio ha servido para que Chicha Mariani, con la que he tenido la ocasión de hablar en varias ocasiones, ha encontrado a su nieta Clara Anahí, arrebatada a su familia con tres meses, o que Clara Petrakos ha podido decirle a su hermana Victoria, nacida en cautiverio, que no fue robada y que hace más de treinta años que la busca su familia.
O cambiar el destino de Virginia Ogando, que, empujada por los fantasmas de la dictadura que se llevó a sus padres cuando aún era una niña de tres años, se suicidó sin llegar a saber de su hermano, Martín. O que, Estela de Carlotto, por fin, ha podido ponerle cara a su querido Guido. O que... y así hasta completar el mosaico de los que aún faltan.
Pero, como dijo la propia Carlotto tras conocer el fallo, ha culminado un juicio pero el camino hacia la justicia seguirá avanzando. Ojalá sea capaz de derribar los muros de silencio que aún persisten y traiga la verdad a la vida de esos jóvenes.