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EHNE Bizkaia impulsa el debate internacional sobre agroecología

EHNE Bizkaia y la cordinadora europea de Vía Campesina han debatido durante cinco días sobre la agroecología, como un modelo previo a la puesta en marcha de la soberanía alimentaria. Más de 50 agricultores de diferentes partes del mundo se han reunido en Durango y Larrabetzu para debatir y considerar la necesidad de producir alimentos sanos y de calidad frente a la industria multinacional agrícola que desvirtúa el campo y lo deja desnutrido.

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Juanjo BASTERRA | BILBO

Agricultores de todo el mundo se citaron en Durango y Larrabetzu estos días atrás. Debatieron sobre la agroecología, pieza fundamental para avanzar hacia la soberanía alimentaria. EHNE Bizkaia y la coordinadora europea Vía Campesina reunieron a cincuenta campesinos de todo el mundo preocupados por ofrecer alimentos de calidad, sanos y seguros.

En la explotación de José Antonio Lekue, del caserío Goiritxu de Larrabetzu, comprobaron la actividad agroecológica, como un modelo de futuro y «garante de la seguridad alimentaria», a juicio de EHNE.

Paul Nicholson, un veterano del sindicato agroganadero vizcaino, aseguró a GARA mientras intercambiaba palabras con los agricultores de todo el mundo que se citaron allí que «por muchas razones, la agroecología es una enorme esperanza para la producción. No solo porque cuesta menos, sino porque es una agricultura que concuerda con las necesidades de la sociedad y de un modelo de agricultura basado en los baserritarras».

«Fracaso institucional»

Destacó la iniciativa internacional, porque la red de Vía Campesina está extendiendo esas claves de futuro entre los agricultores de todo el mundo. Compartir experiencias en Durango y Larrabetzu sirvió, a juicio de Nicholson, para comprobar que la agroecología no ocupa las agendas de la política agraria vasca. «Aquí manda la estrategia del café para todos, el apoyo a la agricultura industrial, a la agroquímica, a la exportación agrícola y a unas `ayuditas' a la agricultura a pequeña escala», se lamentó.

Para él, comprobando las experiencias de otros agricultrores, se llega a la conclusión de que esa política gubernamental «es un fracaso enorme, porque la agroindustria es un desastre para la sociedad y la agricultura que nosotros representamos».

A su juicio, «necesitamos una agricultura que genere empleo y alimentos sanos» y se mostró optimista de cara al futuro, porque entiende que aunque las ayudas oficiales -«cada vez menos»- se mantengan, los baserritarras «por su propia naturaleza e inteligencia, comprobarán la necesidad de acudir a los mercados locales y a la utilización de menos productos agroquímicos, porque esa vía no es garantía de futuro».

Nicholson censuró que el mantenimiento de las ayudas a la agroindustria tiene que ver porque «han conformado un lobby de fuertes intereses económicos y financieros a favor de la agricultura industrial» y admitió que en la UE existen ya «modelos de cambio en algunas partes de Suiza, Austria y Alemania. Porque, ante el fracaso de la agricultura competitiva, están viendo con cierto éxito la pequeña agricultura. Es el modelo a seguir. Es nuestro modelo», remarcó.

«El futuro pasa por aquí»

Peter Rosset, experto internacional en agroecología y militante de Vía Campesina explicó a GARA la necesidad de emprender sin dilación el desarrollo de la agroecología «para tener futuro» y «para garantizar a la sociedad unos alimentos sanos». Este ciudadano de Estados Unidos, aunque en la actualidad vive en San Cristóbal de las Casas, (México), es conocedor de la construcción de la autonomía de las comunidades zapatistas.

«La agroecología es una ciencia que muestra cómo se producía antes, en combinación ahora con la ciencia sana». A juicio del experto, es «sin duda, la base de la soberanía alimentaria para vivir mejor con la madre tierra, para revertir el cambio climático. Porque la agricultura industrial es una de las principales causantes del efecto invernadero. Si podemos cambiar el modelo de alimentos, podemos rescatar la vida. Productos más sanos y sabrosos para el pueblo, pero a la vez salvar al planeta del cambio climático».

Una de las principales inquietudes de Peter Rosset se encuentra en combatir a las grandes multinacionales de la agroindustria, como Monsanto, que controla la mayor parte de las semillas en el mundo. «Sí. La agroecología supone abrir la lucha contra esas multinacionales depredadoras. No utilizamos sus insumos, sus productos. A la vez -según explicó- tenemos que combatir en la lucha política, vamos a intentar prohibir los transgénicos, los agrotóxicos, la concentración y monopolios empresariales».

En medio de la propiedad de José Antonio Lekue en Larrabetzu, explicó que uno de los principales problemas a los que se enfrentan los agricultores es contar con semillas de variedades tradicionales, porque el mercado está saturado con «semillas híbridas de las multinacionales».

Sin embargo, afirmó que en Euskal Herria y en Andalucía se están haciendo «esfuerzos por intercambiar y multiplicar esas semillas tradicionales. Porque todos sabemos que si colocas un tomate sabroso junto a uno de plástico, el consumidor no tiene duda. Ocurre que los intereses económicos y de lobby de esa industria hacen que sea el de plástico el que esté en mejor posición de venta. Eso lo tenemos que cambiar», precisó.

«Declive total»

La turca Olcay Bingol, de la organización de pequeños campesinos Tohum Izi Association y miembro de Vía Campesina señaló que el objetivo que persiguen es «la soberanía alimentaria. Es muy importante. La agroecología es uno de los principales soportes».

Sin embargo, reconoció que en Turquía «estamos perdiendo rápidamente campesinos. La población activa agraria era del 35% y hoy es el 23%. El ministerio quiere reducirlo al 7%. Es un escándalo, un desastre». Bingol explicó que «nuestros conocimientos de los antepasados indican que siempre hemos hecho una agricultura amable con el medio ambiente. Pero esta agricultura capitalista competitiva que nos imponen destruye la agricultura tradicional y ecológica», indicó. A la vez dijo que «tenemos que desenmascarar a la economía verde, que no es ecológica, sino que es una manera de aprovecharse de los nuevos tiempos».

Fracaso

Paul Nicholson, del sindicato vasco, confirmó que la agroecología en Euskal Herria «es un fracaso» porque los gobiernos se han dedicado a incentivar la agricultura industrial. Reconoció que los agricultores tendrán que tomar esa vía para mantenerse en el futuro.

SEMILLAS

Peter Rosset, estadounidense y experto en este área, aseguró que los pueblos deben recuperar las semillas tradicionales para impedir que multinacionales como Monsanto invadan todo el mercado «porque son de menor calidad y sus productos no son sabrosos».

«Los agricultores vascos buscan su regeneración»

El italiano Andrea Ferrante, que pertenece a Vía Campesina y tiene una finca de hortalizas agroecológicas en Italia, explicó sin la menor duda en Larrabetzu que «es necesaria la producción ecológica. Porque el beneficio, más que en producción, es un proyecto más amplio, que no tiene insumos químicos». Ese valor hace, a juicio del italiano, que los ciudadanos «se conviertan en aliados en el cambio de la dieta, en favor de productos agroecológicos». Destacó que en Italia hay 1 millón de hectáreas certificadas de agricultura ecológica y más de 40.000 fincas la practican. «Es muy importante». A su juicio, uno de los aspectos más positivos se encuentra en el papel que juega en la alimentación de los comedores escolares. «Tiene una gran aceptación. Es importante llevarlo adelante. Porque significa salud para los niños, pero, a la vez, es una manera de que reconozcan el valor de la calidad de esos productos. Sabrán distinguir en el futuro un aceite oliva verdadero, de otro industrial. Esa diferencia es importante», precisó..

A juicio de Ferrante, que mantuvo su admiración por unas manzanas de Larrabetzu, dijo que «la fuerza del campesino vasco reside en que quiere una regeneración con una alianza con la sociedad, al mismo tiempo que EHNE Bizkaia, que tiene una política en este sentido. Los sindicatos agrícolas deben buscar un cambio del papel en la sociedad y en el sistema. El joven agricultor tiene que ver el papel central del campesino. No su marginalidad. El futuro está en nuestras manos», sentenció. J. BASTERRA

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