Con el primer encierro en la retina a través de imágenes ralentizadas y tomas largas y los desajustes vergonzantes de la narración de unos individuos que no son capaces ni de detectar que han entrado en los corrales de la plaza los seis morlacos en la trompa de Eustaquio, uno siente el aire fresco del posibilismo como una acción de desatención al compromiso. Lo posible frente a lo necesario. Como aquel Jesulín de los añorados «Guiñoles» que Canal + abandonó en el principio de su decadencia, la política es como un toro, o los ministros del presidente zombi son como un encierro, el manso delante, o detrás, depende, los iluminados titulares de las carteras los astados y el contribuyente los mozos que corren despavoridos ante las embestidas. El final es algo diferente. A no ser que hagamos un análisis metafórico que nos puede llevar al mismo rabo de toro electoral.

Porque si alguien ha escuchado un discurso más idiota, tibio y recargado de retruécanos que el de Rajoy diciendo que su gobierno va a hacer lo posible, para que Europa haga lo posible, para que sea posible que exista la Europa que salve el culo al posible peor presidente de la historia de las democracias africanas, debe estar todavía tocándose las posibles neuronas fritas por la tontería total.

Solamente es comparable con el subidón de intelectual de Patxi López hablando del compromiso, del silencio, de la falta de actitud. Seguramente se referirá al de su partido y sus intelectuales orgánicos ante la tortura sistematizada, los grupos paramilitares o, simplemente, la memoria histórica, es decir ese miedo que tienen a juzgar de una vez por todas al franquismo, tan crecido últimamente.

En Argentina han condenado a un criminal. Aquí los vitorean. Las familias franquistas copan los consejos de administración del Ibex 35. Se preparan homenajes para el 18 de Julio. Y todos calladitos. Todos escondidos. El malo es el electricista de la catedral de Santiago. Para que los mercados y la prima se solivianten todavía más, va el tonto, y hace entrega él, del códice de la basura, como si fuera una cuestión de Estado. Lo posible, no es posible entender sin aplicarse duchas de tinto de verano.