ENTREVISTA
«Las claves para ganar son equipo, proyecto y voluntad»
La candidata por la coalición de fuerzas soberanistas y de izquierda, EH Bildu, se muestra tan apasionada como serena ante el reto que tiene por delante.
Candidata de EH Bildu a Lehendakari
Laura Mintegi se muestra abrumada con la primera reacción a su nombramiento y lo resume así: «No pensaba que tenía tantas personas amigas, que me querían y que me querían tanto». Un apoyo que va más allá de su entorno y alcanza a otros sectores. Es consciente de ello y quiere devolver esa confianza con hechos, con programa, con propuestas. Una de las palabras que más repite es «honestidad». Su discurso tiene un receptor claro: la gente, los ciudadanos y las ciudadanas.
Iñaki SOTO | BILBO
Es la tercera entrevista del día y se le nota cansada. Pero eso no le resta pasión, intensidad y un ánimo pedagógico que da cuenta de su origen académico.
Dicen que la candidata de EH Bildu debe ser «inteligente, preparada, humilde, abierta, tolerante, que se gane el respeto de todos los sectores» ¿Está de acuerdo?
No estoy segura. Es suficiente con que sea una persona honesta, que sepa escuchar, una persona de consenso aceptada por las personas que le han elegido, y que pueda aglutinar, por una parte, las diferentes sensibilidades que se unen en torno a esta coalición y, por otra parte, que pueda aportar de su propia cosecha ideas o maneras de hacer. Más que lo que tenga que decir tiene que establecer un estilo de trabajo, de actuación. Dentro y fuera, y sobre todo fuera, que es lo que más falta hace. Porque no hay costumbre de hacer una política participativa, una política de consensos. Una persona que represente a esta coalición y que viene a proponer a un país un cambio de rumbo tiene que imprimir un estilo propio. Y, bueno, lo voy a intentar.
Las palabras anteriores son de Arnaldo Otegi en una entrevista en «Argia». ¿Piensa que sus palabras sobre él han sido manipuladas? ¿Quiere decir algo al respecto?
Por supuesto. En el informativo de la noche el titular que oí es simplemente mentira. También es verdad que yo dije una frase que fuera de contexto se podía interpretar mal. Por lo tanto me adjudico parte del error, al dejar esa frase en solitario que se podía entender mal.
Y voy a aclarar gustosa lo que pienso sobre este tema. Arnaldo Otegi era mi candidato natural y era la persona por la que yo apostaba sin ningún tipo de duda. ¿Por qué? Primero, porque es un político formado y porque es honrado. Segundo, porque tiene una calidad humana impresionante y ha puesto toda esa calidad al servicio de la política de este país, con una generosidad y una militancia envidiables. Y tercero, porque muchos sentíamos que era una manera de compensar la injusticia tan terrible que se está haciendo con él, al encarcelarle, precisamente, por intentar un país en paz y un país mejor.
Y sin embargo, reflexionando sobre el asunto, manteniendo todo lo que digo e incluso más -creo que es un buen estadista y creo que sobresale a las siglas de su partido, que es un hombre de consenso, apreciado por los de dentro y por los de fuera-, sigo pensando que para una organización política es más sano que se mantengan líderes que sean referente de su militancia política y que estén fuera de los vaivenes coyunturales, electorales, etcétera. Personas que puedan dirigir con una política concreta una opción política. Y que luego estén otras personas, que son menos imprescindibles, que son más variables y que se pueden amoldar a cada situación política del momento, que pueden responder al perfil determinado en una época concreta.
Arnaldo es un líder excelente y sobre todo es una bellísima persona, y eso en política no es frecuente.
En sus intervenciones transmite serenidad, algo poco común en el contexto electoral ¿Va a ser ese el tono de su campaña?
Vamos a ser como somos, yo no tengo que fingir nada, ni es un papel. A mí me dijeron, «tu eres la persona que hemos elegido», y yo dije, «no soy una mujer de aparato, yo no puedo decir lo que no pienso». Me dijeron, «sé tú». Entonces, lo que voy a hacer es ser yo, pero con más responsabilidad. Soy muy consciente de que represento a un colectivo muy plural y muy amplio, en número y en sensibilidad también. Eso da más responsabilidad, pero es un reto que me importa. Siempre he creído en el entendimiento entre distintos, es una constante. Siempre he pensado que no hay otra manera que entenderse y que hay que avanzar juntos, que prefiero llegar solo al tercer semáforo pero todos juntos a que uno se dispare, llegue al final, mire atrás y no haya nadie. Es más laborioso, lleva más tiempo, pero te aseguras de que también es más constante, es una progresión sostenible. Porque según avanzas aseguras que hay menos opciones de retroceso. Yo creo que el esfuerzo merece la pena y que no es una cuestión mía. Intuyo que es una cuestión colectiva.
Se ha definido como independiente y da mucha importancia a la idea de que usted representa a la coalición...
Por supuesto. La dinámica de grupos nos dice que uno más uno no son dos, es dos plus, es exponencial. Cuando se percibe la capacidad de entendimiento, eso es atractivo. Y cuando se percibe que juegas limpio, que eres honesta, que desde el minuto uno estás diciendo lo que vas a hacer, cuáles son tus objetivos -y eso es de lo quisiera hablar, de lo que quiere hacer este gobierno-, eso resulta atractivo. Porque la verdad siempre engancha.
Y aquí ya hay un capital político muy importante, una trayectoria que no es nueva, que viene años forjándose en encuentros desiguales, pero que se van haciendo. Uno te lleva a otro, el Acuerdo de Gernika te lleva a las Declaración de Aiete, y esta a los compromisos de EH Bildu... Y es una evolución, es un progreso muy estable. Quienes apoyamos el cambio tendríamos que felicitarnos porque estamos entrando en un nuevo ciclo de una manera plural y compacta. En un sentido positivo, no en un sentido monolítico, donde no pueda entrar la crítica o donde hay una voz que se impone. Compacto porque cada una de las unidades hace masa con las unidades que tiene al lado. Hay una conjunción de fuerzas que deciden ir juntas, no es una, son varias, y eso a la fuerza es un atractivo, es un imán para el resto de personas, que dicen «aquí hay algo serio, esta gente se está comprometiendo, quieren aportar algo, y desde luego no es una gente en búsqueda de beneficios personales, porque por su trayectoria la política pública les ha dado más problemas que beneficios personales. Y si ahora se ponen en esta tesitura y van juntos, consiguen aliviar una serie de fricciones que hubo en el pasado y nos plantean un proyecto... estos van en serio». Yo creo que eso atrae, atrae mucho.
¿EH Bildu es una alianza para estas elecciones o va más allá?
Yo estoy convencida de que en estas primeras elecciones EH Bildu va a generar una credibilidad tal que... yo confío mucho en la gente, la gente no es tonta, y esto lo van a ver. A veces se trata a las personas como si fueran menores de edad y los ciudadanos distinguen perfectamente quién está en un sitio por intereses personales y quién está porque piensa que hay que hacer algo. Muchos de nosotros creemos que hay que hacer algo.
EH Bildu nace pasito a pasito y va sumando fuerza en la confluencia, y esa confluencia por supuesto pasa por Nafarroa, pasa por Iparralde y pasa incluso, diría yo, por el entendimiento de la opinión pública española y francesa.
¿Qué ha percibido en estas primeras horas como candidata?
Sobre todo hay gente anónima que se acerca diciendo «necesito creer en esto». Porque, ¿cuál es la alternativa? La alternativa es una situación donde la clase política en lugar de dar soluciones se pasa el día peleándose unos con otros, mientras la gente tiene un problema real diario de supervivencia.
Hablamos de partidos que ven en las encuestas que más de un 70% de la ciudadanía quiere paz sin vencedores y vencidos, y ellos se empeñan en hacer relatos parciales donde quieren quedar como protagonistas de la película. Cuando la gente lo que les está diciendo es que queremos seguir adelante, queremos vivir en paz, entenderos por favor. Es el clamor que los ciudadanos llevamos años diciendo a los políticos: entenderos. Por eso el nivel de credibilidad que tienen es nulo.
Cuando alguien viene diciendo «sí, creemos que se puede hacer de otra manera», creemos que se puede, primero, ponerse de acuerdo entre varios y hacer un proyecto común; segundo, ir sumando fuerzas; y tercero -y hablo de programa, hablo de normalización política, estoy hablando de paz, que es uno de los dos ejes de EH Bildu, una de las primeras cosas que no la decimos, es que ya la estamos haciendo-, demostrar que podemos hacerlo, que podemos seguir aglutinando y que podemos seguir acercando a más gente que crea en un mundo en paz, sin relatos excluyentes de «buenos» y «malos».
Por otra parte, estamos haciendo algo que nos reclama la gente y que nosotros, como ciudadanos que somos, lo vivimos: esto no puede seguir así, no podemos permitir que se insuflen 100.000 millones a la banca y que a la gente le echen de su casa. Esto va a explotar, eso que estamos diciendo todos en la calle. Por eso venimos con planes concretos, económicos, precisamente para plantear que se puede hacer de otra manera, que la crisis no es una enfermedad, una maldición que venga del cielo, un mal inevitable. Todos esos mitos de que «las cosas son como son», «bueno, siempre ha sido así, el pez grande se come al chico», «siempre ha habido clases»... Perdón, ¿quién lo dice? ¿desde cuándo es dogma de fe? Eso es algo que se impone. Y, sin embargo, se da por natural, como si fuese una mutación de la naturaleza que impone sistemas clasistas y autoritarios. Nosotros decimos que no, que se pueden hacer otras políticas, con una visión local pero sin perder de vista que estamos en un mundo globalizado, situados en una Europa a la que podemos ir en sustantivo, simplemente siendo vascos. Y vamos a hacer políticas que vayan haciendo, ladrillo a ladrillo, una casa propia, sin necesidad de estar de alquiler en casa de nadie.
Dan gran importancia a la gestión. De hecho, hoy presentan un grupo de expertos en áreas que no se corresponden con las del actual organigrama institucional ¿Por qué ese cambio?
Cuando haces un trabajo de creación, tienes que crear los instrumentos que te ayuden a expresar ese nuevo producto. Las palabras antiguas están manipuladas y no valen. No podemos utilizar la terminología actual (da igual que sea Interior o Pesca) porque no queremos hacer eso. Queremos hacer otra cosa, construir país. Por eso lo primero es ver cuáles son los ejes que necesita este país para crear una sociedad con otros valores sociales, económicos y políticos. Los ejes son, por ejemplo, afianzar la justicia social. Los departamentos actuales hablan de las consecuencias, nosotros queremos mirar las causas, prevenir. No queremos un Departamento de Interior enfocado solo a castigar conductas, queremos prevenir esas actividades no normativas, que por otro lado siempre van a existir. Si se implanta una justicia social donde las personas tengan elementos suficientes para poder hacer su vida, no ha lugar a medidas punitivas, esas que le encantan a la derecha (el castigo, la penitencia...). Por eso, justicia social es un elemento que define claramente el espíritu que tenemos en este futuro gobierno.
¿A qué se refieren con soberanía alimentaria?
Si queremos hacer un país, tenemos que tener los elementos que nos hagan lo más autónomos posibles para valernos por nosotros mismos. Es un tema de concepto. Produzcamos aquí lo que tenemos que consumir aquí para que sea sostenible y para que eso genere una riqueza que revierta en el resto de los sectores que participan en el país. Por ejemplo, la calidad de los alimentos supone una mayor calidad de vida, pero es que además esos productos revierten en una comarca que está produciendo una riqueza. Estos conceptos van más allá de pesca o agricultura, son conceptos de soberanía, de crear país, de hacer nación.
El idioma es otro eje ¿Qué diferencia hay entre política y normalización lingüística?
Estamos hablando de actuar con normalidad, también en el terreno de la lengua. Es una tragedia, una injusticia, y es desagradable sentirte extranjero en tu propio país. Que todo el mundo participe de dos lenguas o de tres no solo no es una medida impositiva, sino que es enriquecedora. ¿A quién se le ocurre decir que es mejor saber menos que más? ¿A quién mínimamente culto se le puede ocurrir decir que es mejor que haya monolingües que bilingües o trilingües? ¿El saber es perjudicial? ¿El poder comunicarse con otras personas en su propia lengua es perjudicial? ¿Quién puede decir que una lengua, que te proporciona otra manera de ver las cosas, que no sustituye, que no implanta sino que enriquece lo que ya tenías antes es algo que puede perjudicar a nadie? Solo puede haber intereses que se me escapan, de tipo político interesado o de nacionalismos excluyentes; solo se me ocurre eso. Que me expliquen por qué saber más puede ofender a nadie. A mí me parece demencial. Yo sentí, cuando aprendí euskara, que se me abría un mundo más, y jamás perdí el mundo que tenía antes, seguí enriqueciendo los dos. Y cuando aprendí inglés sentí que podía comunicarme con gentes con las que antes no podía hacerlo. Y cuando empecé a aprender francés -a medio camino- era una satisfacción ver cómo me acogían por el esfuerzo que hacía... Todo eso jamás puede ser contraproducente, negativo.
¿Cambiará con EH Bildu el modelo policial?
He comentado que las políticas de derechas tienden a legislar de un modo punitivo, de modo que la Policía tenga una función ejemplarizante, castigar no solo por aquello que se considera que está mal hecho sino como aviso para futuros delitos. Yo prefiero prevenir que castigar. La justicia social, por ejemplo, evita más delitos que la Policía. Por supuesto que hay que transformar todo, también la Policía.
Visto el complicado escenario postelectoral y las diferencias programáticas con sus adversarios, ¿están dispuestos a pactar? ¿Con quién?
Nosotros queremos soluciones, no nos interesan cotas de poder más que en función de que eso es un trampolín para conseguir soluciones.
En relación a los pactos, como ya he dicho, nuestro objetivo es aglutinar y entendernos entre distintos. Siempre que haya un mínimo de honradez política, estoy segura que llegaremos a acuerdos, puntualmente con quien haga falta. Ahora, como alguien venga a torpedear... De hecho son cosas que vemos, se habla de que tú lo haces mal, ¿por qué?, porque eres tú... Lo que tú quieres decir es otra cosa, habla con propiedad, lo que tú quieres es «quítate tú para ponerme yo».
¿Cree sinceramente que puede ganar?
Estoy convencida de que tenemos una gran posibilidad de ganar. Este país tiene un gran equipo de gente entregada, tenemos un proyecto político sincero y la voluntad política de llevarlo a cabo. Son los tres ingredientes fundamentales para lograrlo.
El Estado español parece haberle tomado el pulso al proceso abierto, al menos en temas como el de los presos, que parece haber bloqueado ¿Qué puede hacer un Gobierno como el de Lakua en esta clase de temas?
Es un escollo, pero tampoco diría yo que ha bloqueado el tema de los presos. Ha bloqueado su parte, pero los presos están teniendo iniciativas muy interesantes, están nombrando interlocuciones internas y externas, con seis personas designadas para un eventual proceso de conversaciones y otro grupo designado para tener contactos con agentes externos. Por lo tanto, yo no veo bloqueo, veo un avance desigual, veo que una parte avanza y la otra parte quiere retener.
Es una equivocación por parte del Gobierno español. El hecho de negar no implica que se detenga el movimiento. La política de avestruz es infantil. Pero cuidado, los demás te están viendo. Nosotros, claro, pero también te ven en Europa, en el mundo. Están viendo que tienes problemas económicos, que colea un problema político y que tú todo lo que haces es a todo frenar-frenar; que no tomas políticas de impulso, solo recorte-recorte, parar-parar.
Cuidado, eso pasa factura, porque los demás estamos en movimiento. Aquí se mueve todo, la izquierda soberanista, el mundo… y sobre todo se mueve una opinión pública vasca y una opinión pública mundial que no termina de entender por qué queda larvado un asunto cuando hay un movimiento real, cuando hay una decisión clara por parte de ETA para dejar la lucha armada y esto se hace de manera ejemplar. Ante una noticia así cualquier gobierno en esta situación se daría, permítame la expresión, con un canto en los dientes. Llegado a este punto todo gobierno se pregunta cuál es la garantía de que esto se va a detener. Un gobierno que tiene esta garantía, confirmada no solo por el grupo en sí, sino por una sociedad que lo avala, por unos observadores internacionales que lo avalan y por un ambiente general de que hay un clamor absoluto, desde la base hasta arriba, de que esto no tiene retroceso… Que un gobierno se encuentre con esa situación y que no sepa reaccionar, eso lo va a pagar.
Que vayan mirando las fotos en las que la reina de Inglaterra aparece dando la mano a un ministro que fue preso del IRA, Martin McGuinness, y que vayan aprendiendo. Aquí ese ministro, que podría ser Arnaldo Otegi, está en la cárcel, y el rey correspondiente, cazando leones. I.S.