El juicio al líder militar serbio Ratko Mladic se reanudó ayer en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) con el testimonio de un joven bosnio que explicó el «horror» de las persecuciones étnicas por parte de las tropas serbias en Bosnia, dos días antes de la conmemoración de la caída y masacre de Srebrenica en 1995.

Elvedin Pasic, de 34 años, relató cómo de un día para otro su familia tuvo que escapar de su pueblo, Vrbanjci, para escapar de los ataques de militares serbios, que destruyeron sus propiedades y sus hogares y mataron a los que decidieron perma- necer en sus domicilios.

Visiblemente emocionado, Pasic narró el momento en el que su padre, con un arma en la mano, les ordenó a su madre y a él, entonces, en 1992, con 14 años, que abandonasen la casa.

«Las balas nos pasaban cerca y allí donde fuéramos parecía que no éramos bienvenidos», indicó en inglés.

A la vuelta al pueblo, añadió, «no quedaba nada en nuestra casa, todo había desaparecido, habían disparado al perro y, de los ancianos que se quedaron, cuatro fueron quemados y a otro le habían disparado mortalmente».

Desde el banquillo de los acusados, un Mladic de aspecto mejorado tomaba notas y asentía de vez en cuando, especialmente cuando el testigo dijo que antes de estallar la guerra vivían «sin enemistades, juntos, bosnios, serbios y croatas».

La vista contra Mladic arrancó el 16 de mayo y los interrogatorios y la presentación de las primeras pruebas por parte de la Fiscalía debían haber comenzado el 29 de ese mes, pero el juicio aplazado primero hasta el 15 de junio y luego hasta el 9 de julio por fallos de la Fiscalía a la hora de entregar unos 7.000 documentos a la defensa. Las sesiones continuarán hasta el próximo 20 de julio, fecha en la que el TPIY entra en un receso estival de tres semanas.

El exgeneral está acusado por la Justicia internacional de crímenes de guerra y lesa humanidad, presuntamente cometidos durante la guerra de Bosnia (1992-1995). En particular, se le imputa el genocidio de unos 8.000 varones musulmanes en Srebrenica, ciudad protegida por «cascos azules» holandeses que cayó el 11 de julio de 1995 en manos de las fuerzas serbias en Bosnia. Esta masacre está considerada la peor ocurrida en Europa desde la II Guerra Mundial.

Miles de habitantes de Sarajevo saludaron ayer el paso de un convoy que transporta los restos de 520 víctimas identificadas de la masacre de Srebrenica, enterradas en 1995 en fosas comunes, y que llegará mañana a la ciudad.