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En «El pacto», Nicolas Cage hace de un tipo normal y corriente
La carrera de Nicolas Cage es una locura descontrolada, que el actor trata de corregir en lo posible mediante papeles más normales. En «El pacto», ha encontrado un guión que así lo exige.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Nicolas Cage sorprende en «El pacto» con una sobria interpretación, gracias al papel de un profesor de literatura que lleva una vida de lo más convencional junto a su mujer, que es chelista. La tranquilidad de su personaje choca frontalmente con la amenazante presencia de Guy Pearce, quien no necesita de histrionismos para resultar inquietante. El duelo actoral es de altura, por más que este thriller de suspense, originalmente titulado «Seeking Justice», se mueva dentro de los márgenes de una producción media cuyo coste no ha sobrepasado los 30 millones de dólares.
También impone mucho la ambientación de Nueva Orleans, descrita como una ciudad sin ley en la que han proliferado los negocios sucios desde la catástrofe del Katrina. El sobrecogedor clímax tiene lugar en un centro comercial abandonado, fiel reflejo de una prosperidad pasada.
Ahora bien, insisto en que la caracterización de Nicolas Cage es todo lo contrario de la que hacía en la versión de Werner Herzog de «Teniente corrupto», que igualmente transcurría en Louisiana. Ahora, el sobrino de Francis Ford Coppola cuenta con la ventaja de poder mostrar las entradas de su cabeza, sin recurrir a imposibles postizos capilares.
El cineasta australiano Roger Donaldson regresa a Hollywood, después de rodar con Anthony Hopkins en su país el emotivo biopic «Burt Munro», demostrando que todavía sigue en forma para el cine de acción, claro que filmado a la vieja usanza, sin efectos especiales y con los especialistas jugándose la vida en escenas tan arriesgadas como espectaculares. La de la persecución a pie en medio del tráfico de la autopista es de verdadero infarto. Y, además, sirve para conferir a la película un aire físico, necesario habiendo una trama conspirativa.