Udate
Sacha Baron Cohen fusila a Chaplin mediante la provocación en «El dictador»
M. I. | DONOSTIA
Al menos habrá que agradecerle a Sacha Baron Cohen el servir de test humano para comprobar la distancia real existente entre la comedia actual y la del maestro Chaplin. El nuevo humorista inglés y su equipo de guionistas estadounidense plagian «El gran dictador» y «Un rey en Nueva York», sendos clásicos, que convierten en una burda parodia cargada de fácil provocación e incorrección política. Los tiros son como los de una escopeta de feria y apuntan en todas direcciones, contentado únicamente a los mismos que dicen ver experimentos sociológicos en los programas de la telebasura.
Esta vez, por no tener, no tiene ni el pretexto de la cámara oculta y de la improvisación con situaciones reales. Todo está guionizado, al igual que sus apariciones previas, haciendo de más que previsible espontáneo en actos públicos como la ceremonia de los Óscar. Esa publicidad personal es la que le hace sentirse orgulloso de ser el más demandado en la industria del espectáculo. A lo largo de la película, y sin venir a cuento, va insultando u ofendiendo a distintas personalidades, entre las que figuran Katy Perry, Arnold Schwarzenegger, Tommy Lee Jones o Mahmud Ahamdieyad, por citar solo algunos. También a cooperantes anónimos o a víctimas de las minas antipersona.