A Rajoy solo le aplauden en casa
Cuando el miércoles Mariano Rajoy fue enumerando las medidas de su plan de ajuste, los diputados del PP saludaron con aplausos y algún que otro grito de ánimo a su presidente. El ambiente en la bancada del partido gobernante era casi de celebración. Nada que ver con las lágrimas que la ministra italiana de Trabajo derramó en diciembre en una intervención muy parecida a la del mandatario español. Elsa Fornero no pudo evitar el llanto al anunciar los recortes aprobados por su gobierno, mientras que en Madrid cada uno de los ajustes fue ovacionado.
Este dato puede parecer anecdótico, pero es un síntoma del grado de irresponsabilidad que impera en la clase política española, ajena al sentir de una sociedad hastiada y que se va cargando de razones para movilizarse de forma masiva. Fuera de las paredes del Congreso, Rajoy no va a recibir aplausos, tampoco entre quienes le votaron el 20N. En apenas medio año, su Gabinete ha incumplido tantas promesas que el crédito adquirido en aquellas elecciones, el mayor que ha tenido un presidente español en mucho tiempo -teniendo en cuenta que su partido controla también casi todas las autonomías- va camino de agotarse. El líder del PP ni siquiera ha logrado el respaldo de los mercados, que ayer respondieron a su anuncio con fuertes bajadas bursátiles y un repunte de la prima de riesgo. La razón, que medidas como la subida del IVA van a retraer el consumo y, por tanto, profundizar la recesión.
En este contexto, las protestas, organizadas o espontáneas, se multiplican, y el contexto se presenta propicio para proponer alternativas a un modelo que ya no da más de sí. También en Euskal Herria, donde agentes sociales y sindicales preparan movilizaciones para los próximos días y donde cada vez son más las voces que claman por un nuevo paradigma. El terreno del cambio está abonado y quien empiece a recorrerlo tendrá no solo el aplauso, sino la compañía de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de este país.