La prima de riesgo desbocada. La rentabilidad del bono español, por encima del 7,5%. El índice bursátil del Ibex, a punto de bajar de los 6.000 enteros (nivel que nunca había perdido desde 2003). La prensa internacional no dudaba ayer en hablar de «lunes negro» para calificar un día en el que, especialmente por la mañana, se encendieron todas las alarmas en los despachos de quienes zarandean la batuta en Madrid. La economía española se asoma al abismo. Y, lo peor es que, mientras se mantenga el actual estatus político, gran parte de la geografía socio-política de Euskal Herria se ve arrastrada a ese mismo destino. Puede que aquí las cifras no sean tan angustiosas, que el volumen de paro no sea tan salvaje, que las cuentas públicas aún parezcan mantenerse estables dentro de la gravedad... pero no es menos cierto que seguimos anclados a un puerto en llamas, y que hace ya demasiado tiempo que sonó la sirena que clama con urgencia a soltar amarras.

Es urgente escapar de la trampa en la que nos han encerrado. Para lograrlo, serán necesarios esfuerzos en todas las direcciones: económica, laboral, social, política... Resultaría falaz defender que la independencia por sí sola nos sacará del atolladero, pero, al menos, servirá de freno de emergencia, de volantazo para evitar la colisión frontal a la que se dirigen Madrid y sus décadas de enladrillado neoliberalismo. A partir de ahí, el reto estará en concentrar las energías para regenerar el tejido productivo de este país, para reequilibrar el reparto de la riqueza y para desterrar las políticas del corto plazo y los negocios del beneficio inmoral.

Ayer fue lunes negro en Madrid. Hoy es día de paro en Formica. La decidida pelea de los trabajadores de esta factoría de Galdakao por mantener sus puestos de trabajo es reflejo, a la vez, de las causas de la crítica situación en la que estamos inmersos y de los pasos que debe dar la sociedad vasca para revertirla. Las causas: la decisión unilateral de la empresa de cerrar una fábrica rentable sólo para incrementar su beneficios buscando mano de obra más barata lejos de Euskal Herria. La solución: impedir que los obscenos intereses lucrativos de la patronal provoquen impunemente la destrucción de decenas de empleos. De decenas de vidas.