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Nafarroa Bizirik recuerda los 500 años de la toma de Iruñea con un minuto de silencio

Hace 500 años, el duque de Alba entró en la capital navarra y la conquistó en nombre del «Rey de las Hispanias». Nafarroa Bizirik homenajeó a quienes le plantaron cara y reclamó de nuevo la soberanía perdida.
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Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

Un centenar de personas recordó ayer, en una convocatoria de Nafarroa Bizirik, la toma de la capital navarra por parte de las tropas españolas. La cita fue en el Rincón de la Aduana, cerca de donde acampó el duque de Alba con su enorme ejército, cuyos soldados multiplicaban por dos a los habitantes de la ciudad, incluyendo a ancianos y niños. La ceremonia incluyó un minuto de silencio, en el que se recordó a los más destacados defensores del reino, citándose a mujeres y a hombres.

El acto estuvo presidido por una enorme bandera de Nafarroa -sin la corona de la conquista ni las cadenas- que llevaba un crespón negro en el centro. Patxi Abasolo, portavoz de Nafarroa Bizirik, remarcó en su discurso que Iruñea nunca pudo hacerles frente y por eso los castellanos hicieron coincidir la capitulación con la festividad de Santiago. Para Nafarroa Bizirik, las palabras del duque de Alba constituyen un clarificador documento sobre la naturaleza de la conquista y desmienten la teoría de la «feliz unión». El jefe de los invasores dijo: «No son los vencidos quienes imponen las leyes a los vencedores, sino que las reciben de estos. (...) Si no les placen estas condiciones, sepan que han de pasar por todo lo que acontece en el asedio de ciudades: matanzas sin respetar ni edad ni sexo, incendio de las haciendas, tanto eclesiásticas como privadas, y saqueo de toda clase de bienes».

Abasolo reivindicó una Nafarroa viva frente a la actual «subyugada, oscura y triste», y dijo que aún debe sacudirse «las cadenas impuestas a sangre y fuego por los Fernandos de Aragón, duques de Alba, condes de Lerín y coroneles Villalba».

Después de que unos gaiteros interpretaran el himno de las Cortes de Nafarroa, los reunidos cogieron la enorme bandera y acudieron en kalejira hasta la Diputación. En ningún edificio público había símbolos que recordaran uno de los episodios más trascendentales para la ciudad. La marcha estuvo vigilada por la Policía española.

Nafarroa Bizirik hizo una llamada «a las gentes que diciéndose de aquí y defender los intereses de aquí, no hacen sino murar y seguir los intereses marcados a cientos de kilómetros de estas tierras», y les emplazó a «que regresen a la sensatez».

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