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Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico

El crepúsculo de los dioses

La mitología actual de Hollywood es sacra y pagana a la vez, según convenga a los intereses de mercado. El nuevo estudio Summit, que ha acumulado beneficios millonarios con la franquicia «Crepúsculo», quiso convertir a la actriz Kristen Stewart en un idolo para adolescentes comparable a la Virgen María. Y sus fans realmente la confunden con su personaje de Bella, una humana capaz de engendrar el fruto del amor con un dios inmortal.

Pero nadie en su sano juicio puede cargar con una responsabilidad semejante, como mucho durante el rodaje de las tres primeras entregas, y poco más. Así que los asesores de prensa de la chica de oro han decidido acabar de forma fulminante con su etapa virginal, filtrando un episodio de su vida privada que revela el lado mundano que todo ser nacido de hombre y mujer posee.

La terrenal Kristen Stewart ha pedido publicamente perdón a sus fans en un arrebato de pura esquizofrenia, como si fuera Bella la que ha traicionado a Edward. ¿Dónde está escrito que la actriz haya de serle fiel a su compañero de reparto Robert Pattinson?

En los foros hablan de engaño. Tal vez lo digan porque su nuevo idilio ha sido con otro diosecillo, el cineasta Rupert Sanders, que la dirigió, por decir algo, en «Blancanieves y la leyenda del cazador». Ya que la fugaz estrella no será recordada por sus películas, al menos quedará constancia de que no fue una mosquita muerta y alimentó la crónica social con la profesionalidad requerida. El morbo está servido para las ruedas de prensa de presentación del capítulo final de la saga crepuscular. ¡Qué se besen!

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