Tras la caída de Muamar el Gadafi, trascendió la existencia de armas procedentes de Libia detectadas en diversos conflictos de África. Pero, además, muchas de esas armas permanecen en el país, abandonadas, y suponen un evidente peligro para la población. Desde simples balas hasta misiles tierra-aire, se encuentran dispersas en depósitos, en campo abierto o en casas particulares, y son susceptibles de ser utilizadas directamente o para su venta, además de suponer un constante riesgo de accidentes. Es posible que muchas de esas armas revelen su origen europeo, ya que numerosos países de este continente vendieron armas a Libia hasta poco antes de apoyar la intervención que derrocó a Muamar el Gadafi con el supuesto objetivo de proteger a la población civil. Protegerla de las armas que ellos habían vendido. Primero facilitaron los negocios con alguien a quien, al parecer, consideraban peligroso y posteriormente decidieron apartarlo de la circulación en busca de mayores negocios. Actualmente grandes cantidades de armas fuera de control suponen un considerable peligro tanto dentro como fuera de Libia, y no se puede obviar la responsabilidad de los países de la OTAN que precipitadamente se embarcaron en la invasión de aquel país y sin perder tiempo lo abandonaron a su suerte, con todas esas armas, tras asegurar los nuevos negocios.