Los programas de fiestas son como esos niños díscolos que hay en cualquier vecindario que se precie, todo el mundo los pone a parir excepto sus progenitores. Y ese «no son malos, solo traviesos, es que están en la edad» se limita al ámbito público, que en privado ya es otra historia.

Al grito de «son continuistas, no son innovadores», las masas se arrojan a las calles con la intención de linchar a los organizadores de los diferentes eventos. Y es que al parecer el «continuismo» es una grave tara, salvo que uno se llame Tito, se apellide Vilanova, y haya sido designado como sucesor de un tal Pep Guardiola. Mientras, los portavoces de cualquier oposición digna de tal nombre -aquí o en Pernambuco- tirarán de manual para asegurar que los festejos se salvarán «gracias a la participación ciudadana», otro término gelatinoso que lo mismo nos vale para un roto que para un descosido.

El caso es que se ha presentado el programa de la Aste Nagusia donostiarra, con el anuncio de que será el colectivo Piratak el encargado de lanzar el cañonazo inicial. Esta decisión convertirá automáticamente un acto que era «un coñazo» en la madre de todas las juergas, hasta el punto de que se pondrán de moda durante el desembarco los bigotes al estilo del que luce el artillero mayor Luis Mocoroa. Al tiempo.

Para otros sucede todo lo contrario, las fiestas se deslizan hacia el aldeanismo, dicho sea en tono peyorativo. En este grupo galopa en cabeza, y con varios cuerpos de ventaja, el portavoz del PP Ramón Gómez, quien ya dejó clara su postura hace varias semanas, cuando criticó los conciertos de Sagües con el argumento de que la Semana Grande tenía que estar enfocada «hacia los turistas». Emulando a Paco Martínez Soria en «Don Erre que erre», ayer le faltó tiempo para volver a la carga apuntando que «hay quien no sabe que somos Capital Europea de la Cultura. No somos un barrio de un pueblo». Poco después, su partido lamentaba la no inclusión en el programa oficial de la feria taurina, evento que al parecer es el paradigma de la modernidad y el buen gusto.