Annan tira la toalla ante la imposibilidad de lograr una salida para Siria
Kofi Annan ha decidido arrojar la toalla como enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe para Siria ante la imposibilidad de que se den los pasos necesarios que deriven en un acuerdo político que ponga fin al conflicto en el país. El diplomático ghanés, que renunciará a su misión cuando expire su mandato, a finales de agosto, atribuyó su decisión a la falta de voluntad del régimen y de la oposición sirias y a la división de la llamada comunidad internacional.
GARA | DAMASCO
«Es imposible para mí o para cualquier persona convencer al Gobierno y a la oposición de dar los pasos necesarios para abrir un proceso político. Por esa razón, he informado al secretario general de la ONU de que no tengo intención de mantener mi misión cuando expire a finales del mes de agosto», explicó el enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan. El diplomático arremetió también contra la llamada comunidad internacional y su falta de unidad y voluntad a la hora de buscar una solución a 17 meses de conflicto armado que han provocado más de 12.000 muertos.
Annan arrojó la toalla tras cinco meses de infructuosos esfuerzos después de llegar a la conclusión de que en la actual situación de escalada de la violencia y la incapacidad de la comunidad internacional es imposible encontrar una salida política.
«Como enviado especial no puedo querer la paz más que los protagonistas, más que el Consejo de Seguridad o más que la comunidad internacional», indicó Annan, quien, no obstante, consideró que «Siria todavía puede ser salvada de la peor de las calamidades», aunque para ello reclamó liderazgo a la comunidad internacional.
Lamentó no haber recibido «todo el apoyo que la causa precisaba» y dijo haber aceptado lo que algunos calificaron de «misión imposible» porque era «un deber sagrado hacer lo que pudiéramos para ayudar al pueblo sirio a encontrar una solución».
Annan fue especialmente crítico con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Rusia, EEUU, Estado francés y Gran Bretaña), a los que acusó de «apuntarse con el dedo e intercambiar descalificaciones cuando necesitábamos acciones». Además, instó a Rusia, China e Irán a presionar a Damasco para que «cambie de rumbo y abrace la transición política» y a EEUU, Gran Bretaña, Turquía, Arabia Saudí y Qatar a hacer lo mismo con la oposición armada para que se sume a un «proceso político inclusivo».
Auguró que «el derramamiento de sangre continuará» y lo atribuyó a la «intransigencia» del Gobierno, a la «escalada de la campaña militar» de la oposición y a la «división internacional».
Y volvió a recordar que siguen sobre la mesa su plan de paz de seis puntos, que incluye un alto el fuego y el establecimiento de un proceso de transición política, y la declaración del Grupo de Acción para Siria que aboga por un Gobierno de unidad nacional.
La renuncia de Annan fue lamentada por la propia Siria y organismos y potencias internacionales, a las que les sirvió para reafirmarse en sus irreconciliables posiciones y acusarse unas a otras.
Mientras, sobre el terreno, los combates entre rebeldes armados y tropas leales a Bashar al-Assad azotaron con dureza la provincia de Alepo y los alrededores de Damasco. El Ejército Libre Sirio (ELS) dijo haber bombardeado el aeropuerto militar de Menagh, en la provincia de Alepo, con un carro de combate supuestamente arrebatado a las fuerzas gubernamentales.
La oposición acusó a las tropas sirias de disparar contra refugiados que intentaban cruzar la frontera con Jordania e informó de la muerte, un día más, de decenas de personas.