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Raimundo Fitero

Sopa boba

La insistencia y la reiteración forman parte de la desinformación. La campaña para volver a la España una, grande y ¿libre?, no para y adopta muchas formas y maneras. No tiene una cara definitoria, sino que son voces, gestos, síntomas y consignas que se van instalando en el discurso machacón de toda la pléyade de tertulianos de la sopa boba que ocupan, preferentemente, los canales hot de la TDT Party, pero con plataforma institucional en Canal 9 o Tele Espe, dos de los ejemplos de la corrupción informativa. En RTVE se está completando la involución. Para resumir: vuelve el equipo de Urdaci. Es un retroceso, van cayendo nombres, profesionales, y son sustituidos por otros que llegan con la misión de convertir a la pública estatal en una cadena confesional, partidista, ideológicamente putrefacta sin importarles la audiencia, ya que llegan para crear un telón de manipulación y propaganda ultra y de paso hacer recortes de personal molesto y descapitalizarla al máximo para que no quede otra solución que la privatización interesada a través de supuestos empresarios del entorno.

En setiembre desembarcarán los tertulianos de la sopa boba, los más forofos seguidores de las consignas de la parte más ultra católica, centralista, franquista del aznarismo emergente camuflado. Los que defienden con una soltura de loritos amaestrados todas las no-decisiones de Rajoy, esa triste figura de gobernante títere que se ha ido de vacaciones esperando que el tiempo lo arregle todo. Y sus tertulianos de cabecera se queman solos, porque no tienen fundamentos técnicos ni inteligencia más allá que la de repetir unas consignas ridículas, eso sí todos a una. El Ipad que lucen todos, es donde reciben los argumentarios, y algunos son sencillamente patéticos, pero hay alguna, como esa abogada rubia platino, encaramada en sus zapatos en casi todas las tertulias, representante de Manos Limpias, que se cree guapa, superior y poseedora de la verdad. Es la más impresentable de todos, porque no es capaz de rebatir un argumento. Ella tiene una obsesión: culpabilizar a vascos y catalanes, por un lado y a los parados por otro. La sacas de ahí y solamente sabe decir, ¡hala Madrid!

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