ATLETISMO | Finales del día
Cuando la amenaza está en casa
Con permiso de Gay, Powell y un renacido Justin Gatlin -mejor tiempo en las series con 9.97-, Usain Bolt y Yohan Blake, los dos velocistas más rápidos de la actualidad, se miden esta noche en la final del hectómetro más esperada e igualada de los últimos años.
Jon ORMAZABAL
Hoy, a eso de las 22.00 horas -esa especie de frontera entre la tarde y la noche en estas jornadas festivas y veraniegas-, el mundo se paralizará durante algo menos de diez segundos para que el Estadio Olímpico de Londres otorgue el título de hombre más rápido del planeta con la disputa de la final de los 100 metros. A priori, todos los pronósticos apuntan a Jamaica donde, además del oro, Usain Bolt y Yohan Blake, los dos velocistas más rápidos, pondrán a prueba su amistad.
Ambos comparten entrenamientos bajo las órdenes de Glen Mills y aseguran ser buenos amigos, pero un oro olímpico no hace sino florecer las enormes diferencias en los caracteres del relámpago y la bestia, como son conocidos. Sin la presencia de su alumno más aventajado, Bolt se encumbró en Beijing, cuando ganó los 100, los 200 y el 4x100. En el Mundial de Berlín tampoco tuvo rival, pero el año pasado en Daegu, con la irrupción de Blake, todo comenzó a cambiar. La salida nula de Bolt fue aprovechada por su discípulo, y desde entonces la jerarquía ya no está tan clara, mucho menos desde que en el meeting de Bruselas 2011 corrió los 200 -la prueba favorita de Bolt- en 19,26, y este año le ganó en los trials jamaicanos.
Dos estilos opuestos
A pesar de que ambos comparten algunas de sus aficiones, como los coches, la música y el cricket, Bolt y Blake son completamente diferentes, empezando por su complexión física.
Uno de ellos es muy grande (1,93 m, Bolt), y el otro tiene una altura más convencional (1,80 m, Blake). De ahí que, por mucho que uno y otro tengan el mismo peso (76 kg), la impresión que ofrecen no es, ni mucho menos, la misma. Bolt es delgado, de zancada erguida y orgullosa, mientras que Blake traslada con él una montaña de músculos, recordando al estadounidense Maurice Greene, el tigre entre los tigres.
Dos estilos, dos formas de entender la velocidad, entre un prototipo poco convencional que consigue arreglar sus complicadas salidas gracias a una frecuencia de zancada monstruosa, y un bulldog como Blake, que se basa en la fuerza muscular para competir.
Respecto al comportamiento son el día y la noche. El día es para Yohan Blake, adicto al trabajo y apodado la bestia por el propio Bolt por su capacidad para completar cargas de entrenamientos agotadoras. La noche es para Bolt. Experto en salidas, fanático de la música y DJ en sus ratos libres, la superestrella ha sabido conectar con la masa con sus gestos y sonrisas.
En cuanto al rendimiento Bolt, de 25 años, sorprendió al mundo en Beijing cuando rebajó el récord del mundo en los 100 en dos décimas y en una en el doble hectómetro. Blake, con 22 años, todavía no ha llegado a esos tiempos, pero su amenaza se hace cada vez más real. De momento, en las clasificatorias de ayer, ambos escondieron sus cartas y se clasificaron ganando con tiempos discretos (10.09 Bolt y 10.00 Blake). El renacido Justin Gatlin impresionó y marcó el mejor registro con 9.97.
Este gran duelo eclipsará el resto de una jornada en la que también se dilucidarán los títulos de maratón, triple salto, 400 metros y 3.000 obstáculos en categoría femenina, y el lanzamiento de martillo en hombres.