La familia de Leire Gutiérrez dice que solo tenía relación laboral con su homicida
Zierbena sigue consternada por la muerte de su vecina Leire Gutiérrez-Barquín, de 28 años, a manos de un hombre que luego se ahorcó, en la localidad cántabra de Castro. La Guardia Civil investiga el móvil. La familia de Leire remarca que entre ambos solo había relación laboral.GARA |
El hombre que, según todos los indicios, causó la muerte de Leire Gutiérrez-Barquín y luego se quitó la vida ahorcándose dejó una nota escueta de disculpa, dirigida al padre de la joven. «Fernando, lo siento», decía el papel que fue encontrado junto al cadáver, según ha trascendido en estas horas.
El móvil del crimen está siendo investigado por la Guardia Civil. Si bien en un primer momento este cuerpo afirmó que descartaba que se tratara de un caso de violencia de género, posteriormente se reabrieron todas las hipótesis al trascender que el hombre -identificado como S.V., de 22 años y nacionalidad rumana- tenía antecedentes por maltratos.
A la espera de que se aclaren los hechos, y superando la conmoción y el dolor por la muerte, un tío de la joven confirm´ó ayer a la agencia Europa Press que la única relación entre ambos era laboral. Se trata de una empresa pequeña, propiedad del padre de la joven, por lo que todos se conocían; de hecho, la madre de Leire Gutiérrez-Barquín sabía quién era el hombre que le quitó la vida y se mostró conmocionada por ello.
La familia está «destrozada», según recalcó ayer el tío de la fallecida. Indicaba que precisamente el día que fue apuñalada mortalmente iba a iniciar sus vacaciones en compañía de su novio.
La muerte se produjo por heridas de arma blanca, una de las cuales le alcanzó el cuello. El cadáver apareció en una nave industrial del polígono de Vallegón, en Castro, debajo de una carretilla industrial, por lo que en un primer momento se llegó a pensar que había sufrido algún tipo de accidente laboral.
Leire Gutiérrez-Barquín vivía ahora en Zierbena pero antes lo había hecho en la vecina localidad de Portugalete.
Emakunde mostró su «rotunda condena» del hecho pese a precisar que «es posible que no se clasifique como violencia de género».