atletismo | Segunda jornada
Jamaica se adelanta en el duelo de velocidad con el oro de Fraser-Pryce
La atleta jamaicana revalidó su título olímpico en la final femenina más rápida de la historia de los 100 metros lisos. El Estadio Olímpico vibró con los tres oros del equipo británico: Farah en 10.000 metros, Ennis en héptatlon y Rutherford en longitud.
En una noche tirando a fresca y con un viento a favor de 1,5 metros por segundo, la velocista de Kingston decidió la carrera en los últimos 40 metros, en los que rebasó a la estadounidense Carmelita Jeter, una de las mejores durante todas las rondas previas y que se quedó a solo tres centésimas de la ganadora (10.78), y a Veronica Campbell-Brown, la otra jamaicana de la final que completó el podio con un registro de 10.81.
Entre los puestos de honor, la delegación jamaicana también salió ganadora, metiendo a dos atletas en las medallas y dejando fuera a dos de las tres estadounidenses que se clasificaron para la carrera decisiva. Así, Tianna Madison, cuarta, y Allyson Felix, quinta, se tuvieron que conformar con un diploma olímpico que no sacia de ninguna manera sus aspiraciones.
Buena prueba de la calidad que tuvo la carrera es que hasta cuatro atletas, desde la segunda clasificada (Jeter) hasta la quinta (Felix), lograron sus mejores marcas de la temporada, en una final en la que seis velocistas bajaron de once segundos y en la que no hubo ninguna participante europea por primera vez en la historia de los Juegos.
Unos ingredientes que, en casi cualquier otra disciplina del atletismo, hubieran significado un nuevo récord olímpico -incluso mundial-, pero que en los 100 metros femeninos se convierte en algo prácticamente imposible por aquella marca de 10,62 que logró la recordada Florence Griffith-Joyner en los Juegos de Seúl, allá por 1988.
Gran fiesta británica
Y si el Estadio Olímpico vibró con la esperada final femenina de 100 metros, tanto o más lo hizo cuando los atletas de Gran Bretaña lograban un triplete difícil de olvidar para los anfitriones. Por un lado, Jessica Ennis sellaba su victoria en la modalidad que corona a la atleta más completa de los Juegos. Por el otro, Greg Rutherford se alzaba con el triunfo en una emocionante final de salto de longitud, que no se decidió hasta los últimos intentos. Y Mo Farah puso el colofón en los 10.000 metros con una carrera que levantó a toda la grada de sus sillas.
Comenzando por el final, la prueba de los diez kilómetros, dominado por el británico nacido en Somalia Mo Farah, resultó sencillamente espectacular. No solo en los momentos finales de la prueba, cuando el atleta local, apoyado por el rugir del público londinense, marcó una vuelta de 53.48 (2.28 los últimos 1.000 metros), sino nada más darse el pistoletazo de salida, cuando Farah, que este año no había corrido ningún 10.000, se puso a la estela del etíope Tariku Bekele corriendo a un ritmo infernal.
Tras un tropezón entre ambos, que pudo dar al traste con las aspiraciones de ambos, decidieron ceder el protagonismo a actores secundarios como Zersenay Tadese, bronce en Atenas, o los keniatas Bedan Karoki Muchiri y Moses Ndiema Masai, que estiraron aún más la carrera a un ritmo de 2.40 el kilómetro.
No fue hasta que faltaban dos vueltas cuando Mo Farah y Bekele se pusieron a la par, y a falta de los últimos 400 metros, un rayo llamado Mohamed y de apellido Farah saltó del grupo principal en busca de un objetivo: la medalla de oro. El atleta local alzaba los brazos al cruzar la meta y escenificaba el relevo en la prueba más larga sobre la pista tras el dominio en los últimos años de Kenenisa Bekele. Por detrás, un atleta blanco, el estadounidense Galen Rupp, contribuyó también al cambio con su medalla de plata y relegando a la familia Bekele -Tariku es el hermano menor de Kenenisa- hasta la tercera plaza.
No obstante, Ennis fue la primera británica en celebrar su triunfo. La atleta terminó la última prueba de 800 metros apretando al máximo para intentar bajar de 2.05 en ese apartado y superar los 7.000 puntos en la clasificación general. No lo consiguió, pero los 6.955 puntos logrados suponen su récord personal y una muestra de lo que puede mejorar la atleta nacida hace 26 años en Sheffield -campeona del mundo en 2009-.
«Ni en mis mejores sueños me podía imaginar vivir un momento como este, logrando una medalla de oro delante de toda esta gente y después de una competición en la que todo me ha salido bien. Lo único que quiero ahora es difrutar el momento», declaraba emocionada.
El podio lo completaron finalmente la alemana Lilli Schwarzkopf, plata con 6.649 puntos, y la rusa Tatyana Chernova, bronce con 6.628. Aunque la germana se había quedado fuera de las medallas tras ser descalificada en la prueba de 800 metros, su recurso fue admitido, lo que dejó sin metal a la ucraniana Lyudmyla Yosypenko. Su compatriota Natalia Dobrynskina, oro en Beijing, abandonó antes de la jabalina, tras un 3,70 ridículo en la longitud.
Poco después llegó el título de Rutherford, gracias a un salto de 8,31 metros logrado en el cuarto intento. Fue la principal sorpresa de la jornada, ya que se trata de un atleta de 25 años en cuyo palmarés no brillaba hasta ayer ningún gran título y cuyo mejor resultado era un segundo puesto en el Europeo... de 2006.
El británico, bisnieto de Jock Rutherford, histórico jugador del Arsenal, relegó al segundo puesto al australiano Mitchel Watt, que también fue medalla de plata en el pasado Mundial y ayer saltó 8,16 metros, y el estadounidense Will Claye fue tercero, con una marca de 8,12. Cabe destacar que el 8,31 de Rutherford es el registro más bajo para ganar un oro desde los 8,24 de Randy Williams en Múnich'72.
Doble hito en la marcha
Ding Chen y Erick Barrondo, dos jóvenes de 18 y 21 años, escribieron en la prueba de 20 kilómetros dos páginas memorables para sus respectivos países al conseguir, el primero, la primera medalla de la marcha china en unos Juegos -con récord olímpico incluído (1.18.46)-, y el segundo, la primera presea olímpica del deporte guatemalteco en toda su historia. Fue una prueba, la primera de las cinco que se disputarán fuera del estadio, dominada por los chinos, ya que el tercer y cuarto clasificado, Zhen Wang y Celin Cai, también fueron de ese país.
El defensor del título, el ruso Valery Borchin, terminó reventado, incapaz de terminar la prueba cuando luchaba por las medallas en el último kilómetro. Campeón olímpico en Beijing y dos veces campeón del mundo desde entonces, su racha victoriosa se vio truncada este año en la Copa del Mundo de Saransk, y las dudas sobre su rendimiento se confirmaron ayer con su retirada.
Aunque la gran esperanza de China para estrenar su palmarés olímpico en marcha era Wang, que el año pasado se quedó a las puertas del podio en los Mundiales de Daegu con solo 19 años, finalmente ese honor correspondió a Chen. A la tercera fue la vencida, después de dos cuartos puestos (Chaohong Yu en 2004 y Hao Wang en 2008).
La croata Sandra Perkovic se hizo con la medalla de oro en la final disco femenino con un gran lanzamiento de 69,11 metros. La doble campeona de Europa, sancionada seis meses en 2011 por dopaje, superó a la rusa Darya Pischchalnikova (67,56) y la china Yanfeng Li (67,22), campeona del mundo en Daegu'2011.
La brasileña Fabiana Murer, campeona mundial de pértiga, quedó fuera de la final olímpica con una marca de 4,50 metros y un decimocuarto puesto en la calificación. En los 400 metros, el campeón olímpico LaShawn Merritt (USA) se lesionó en la primera ronda y dijo adiós a los Juegos. El que sí estará en las semifinales de hoy será el sudafricano Oscar Pistorius, tercero en la primera manga con un tiempo de 45.44.
La pista del Estadio Olímpico de Londres, última evolución de la utilizada en los Juegos de Beijing'2008 y el Mundial de Berlín'2009, las dos grandes citas en las que la megaestrella de la velocidad Usain Bolt sorprendió al mundo con sus victorias y sus récords, es un anillo sobre el cual «vuelas y sales rebotado», según varios atletas. «Tenemos la impresión de que alguien nos empuja por la espalda», comentó el viernes la estadounidense Tianna Madison, tras las series de 100 metros. «Nos sentimos como llevados por una corriente en los últimos metros», añadió la francesa Verónica Mang, que no obstante no pudo acceder a las semifinales con su mediocre marca (11.41).
Mondo, empresa piamontesa de Cuneo (noroeste de Italia), es la que fabrica las pistas y otras instalaciones deportivas para los grandes acontecimientos desde los Juegos de Montreal'1976. Después del revestimiento azul instalado en el futurista Nido de Pájaro de Beijing y el monumental Estadio Olímpico de Berlín, la empresa volvió al clásico «tierra roja» para el Mondotrack desenrollado en la capital británica. Según los investigadores e ingenieros de la universidad de Pavie, que trabaja bajo la dirección de Mauro Testa, hasta los alvéolos sobre los que reposa el tartán han sido concebidos con arreglo a las condiciones climáticas locales.
Ayer fueron los atletas de 400 metros los que sometieron la pista a un nuevo test y el belga Jonathan Borlée, por ejemplo, mejoró el récord nacional corriendo en 44.43. Incluso el sprinter británico Harry Aikines-Aryeetey, que probó la excepcional pista en los campeonatos universitarios de mayo, predijo un nuevo récord de Bolt «si las condiciones atmosféricas son buenas». «Hice una prueba con una pelota de críquet. En una pista normal, rebota hasta la rodilla. En el Estadio Olímpico hasta la cadera», explicó Aikines-Aryeetey. AFP