Testimonio de un tiempo en el que el cine era un espacio simbólico para la aventura, Marie Magdalene Dietrich surgía de la mano de Joseph Von Stemberg tras haber pasado antes por la escuela de interpretación de Max Reinhard. El director austriaco moduló su imagen, creó un mito. Un estereotipo de mujer difícil de encontrar en la vida real y complicada de sobrellevar, incluso, en la ficción.

Berlinesa, de orígenes aristocráticos, quién le diría a su familia que acabaría convirtiéndose en la femme fatal por excelencia...«El ángel azul» (1930) y su tándem junto a Joseph Von Stemberg la catapultaron hacia una carrera extraordinaria y nada convencional. Su papel como Lola-Lola y la historia sobre la decadencia humana que flotaban en la trama hicieron que la actriz alemana y la película pasaran a formar parte de la historia del cine, además de convertir a Marlene en el mito sexual de entreguerras.

La luz expresionista le favorecía y fomentaba su imagen atractiva, de hielo, que la hacían tan reconocible. Hollywood cambió su rumbo, su vida. La Paramount la tuvo a sueldo y potenció eso que ellos llamaban ambigüedad sexual, algo que colaboró en la recreación de su enigmática vida privada. En «Marruecos» (1930), vestida con esmoquin, besaba descaradamente a una mujer en la boca rompiendo tabús y provocando así a los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana.

«El diablo es una mujer» (1935) acabó con el tándem Dietrich-Stemberg. Tras él llegaron Hitchcock, Wilder, Lang, Welles... Fue una de las grandes protagonistas de los melodramas de aventuras, se enfrentó al nazismo y murió anciana en París, hace veinte años.