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RUGIDOS ROJIBLANCOS | Beņat ZARRABEITIA, Socio del Athletic

Con la llegada del otoņo, se acaba el invierno y debe empezar la primavera rojiblanca

Se terminó el verano para el Athletic, lo hace con el equipo en una posición deportiva relativamente cómoda tras conseguir la primera victoria liguera ante el Valladolid y acceder con holgura a un asequible grupo de la Europa League. Un período estival que el club desea olvidar, no sin antes sacar las correspondientes lecciones de unos meses muy convulsos. La resaca de un curso esplendoroso generó una enorme ansiedad en todos los estamentos relacionados con el club.

Crisis de la que los valores de la entidad salen reforzadas al marcar desde Ibaigane unas líneas rojas de actuación de cara al futuro y en parte también debido a la gigantesca capacidad comunicativa de Bielsa. No ha sido un verano fácil, ha costado remar en la misma dirección y las decepciones y sobresaltos se han sucedido. Antes de que Bielsa rompiese los esquemas habituales de las ruedas de prensa en Lezama y algunos apostasen por desautorizarle ante la sociedad para lavar la cara a una constructora, en el club ya tenían constancia del interés de Javi Martínez por salir de Bilbo.

El de Aiegi, impulsado por su entorno y representantes y alentado por el capricho de Heynckes, tenía clara su intención de marcharse. Un hecho que debe llevarnos a revisar determinadas renovaciones -en forma, fondo y objetivo- realizadas durante la anterior legislatura. El Athletic contaba con dos opciones, vender y olvidar del problema rápidamente o marcar una línea roja que le ha llevado a hacer caja con el ahora tercer central más caro de la historia. Desganado en su vuelta al trabajo, Martínez ha acabado yéndose sin decir adiós. Con nocturnidad, alevosía y poco estilo, cierra de mala manera su periplo en el Athletic. El navarro ya es historia, pero su caso debe servir como lección para futuras renovaciones y actuaciones de fidelización.

El tema de Llorente resulta aún más traumático. Tras 17 años en el club, el delantero anuncia su intención de irse. El Athletic ha optado por agotar el contrato de Llorente e intentar convencerle para que siga siendo el jugador referencia de un equipo que aspira a grandes metas. Resulta increíble que ningún futbolista abandone su equipo, su casa, el club que le ha dado absolutamente todo hasta presentarle una oferta que le situaba como cuarto delantero mejor pagado de la Liga. El tema requiere una autocrítica por parte del club y, sobre todo, por parte del entorno del futbolista. El verano ha estado marcado por actitudes poco edificantes por todas las partes, filtraciones y fotografías poco deseables en Lezama.

Llorente tiene pie y medio fuera del Athletic, pero todavía es un activo importante. Lo debe de ser. Él y su entorno tienen aún tiempo de entender que para Llorente no existe mejor opción que el Athletic, en lo sentimental, en lo deportivo y en lo económico. Sus aspiraciones son legítimas, pero si verdaderamente es ambicioso, los debe de buscar en rojo y blanco.

Con el club mucho más sano, transparente y con las líneas rojas asentadas, se acaba el verano. Se ha ido la particular noche del Athletic, el balón acerca la luz. Las dos primeras derrotas ante el Betis y un imperial Atlético son las consecuencias de las turbulencias. Ahora, remando conjuntamente en la misma dirección, todos los frentes siguen abiertos y los objetivos intactos.

El Athletic cierra su invierno para encarar el otoño. Como canta Zea Mays «negua joan da ta...», es el momento de impulsar la primavera.

 

 

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