«Memorias de un conspirador» condensa el periplo de Jesús Eguiguren desde el caserío de Txillare en Elgoibar, donde empezó a «conspirar» con Arnaldo Otegi en un intento de «obligar a los gobiernos y a ETA a hablar», hasta las conversaciones con dirigentes de ETA en Oslo. El político cierra el ciclo en su casa natal de Aizarna. Aunque estaba prevista su presencia ante la prensa en la presentación que tuvo lugar ayer en Donostia, Eguiguren no pudo acudir a causa de un cólico nefrítico, aunque sí esperaba que asistiera al pase público que tuvo lugar horas más tarde en el Aquarium.

El director, guionista y produtor Ángel Amigo explicó que se acercó al presidente de los socialistas vascos, a quien no conocía, con la «curiosidad» de enterarse en «primera voz» de lo ocurrido en aquellos encuentros, porque conocer historias de primera mano es su «vicio». «Memorias de un conspirador» repasa cómo vivió Eguiguren aquel «hito irrepetible», dijo, y deja un «legado con sus explicaciones». El cineasta confesó que le gustaría que hubiera «más documentales de este tipo» pero parece que «la cultura aquí no es la de la memoria».

Sobre el hecho de que finalmente Zinemaldia no haya seleccionado su película,Amigo indió que respeta la decisión, aunque pensaba que «iba a poder tener un hueco» en el mismo. En todo caso, afirmó que «el festival no es la medida del cine, no es el principio, ni el fin». Además, se mostró convencido de que su documental no va a encontrar ningún obstáculo para su comercialización, también en el extranjero, y se proyectará a partir del 15 de octubre en todo el Estado, tras lo cual se verá en televisión.

Por su parte, la juntera y esposa de Eguiguren, Rafaela Romero, trasladó el «sonrojo» que todavía lo produce que su figura pueda ser objeto de una película y que pueda sustentar el guión de una historia «tan dura» que «solo acaba de empezar». Romero se refirió a Arnaldo Otegi, al que Eguiguren cita en la cinta y que tomó parte en las conversaciones, como al «coprotagonista del inicio de este nuevo tiempo entre vascos». También citó a las víctimas y a «esos niños que han vivido en silencio con los ojos asustados mientras se perseguía a sus padres para matarlos». Preguntada sobre el perdón trasladado por Otegi a las víctimas por el sufrimiento que les haya podido, señaló que «no es una sorpresa» para ella porque ya conocía «ese sentimiento» del dirigente de la izquierda abertzale.

Finalmente, afirmó que «pese al desprecio de unos y de otros, al ninguneo» y a que algunos digan que es «un loco», Eguiguren es «un gran vasco, una gran persona que ha hecho todo lo que podía para vivir este momento».

Conspirador era «todo un oficio en los políticos vascos del siglo XIX» y una de las referencias culturales de Eguiguren, explicó Amigo, aunque «sabía que todo iba a acabar mal».