ANÁLISIS | CATALUNYA SE JUEGA SU FUTURO
30 años y una cita
Al analizar la entrevista de Mariano Rajoy con Artur Mas, el autor pone el acento en lo que hará el president de la Generalitat a su regreso para decidir entre una nueva renuncia histórica amparada en el pacto fiscal o si responderá a la demanda de soberanía expresada en la Diada y que ahora recorre los ayuntamiebntos catalanes.
David FERNÁNDEZ Periodista
Hemeroteca siempre fértil, el 14 de marzo de 1982 la filóloga Blanca Serra, militante de la izquierda independentista catalana, era detenida y encarcelada tras la manifestación contra la LOAPA grisborbónica post 23F. ¿Motivo? Portar una pancarta con el lema `Independencia'. La orden inquisitorial la cursaba entonces un tal Jorge Fernández Díaz, gobernador civil provincial y provinciano. 30 años después, huelga decirlo, Fernández Díaz -o tempora, o mores!- es ministro del Interior -también de lo Anterior- bajo el régimen rescatado de Mariano Rajoy, la defunción malenterrada de la transición está multicertificada y hasta Zarzuela, que persigue elefantes, alerta de no perseguir quimeras. Aviso al Borbón: ni son galgos ni podencos. Son vascos y catalanes, catalanas y vascas, picando a la puerta de la historia. Vislumbrando el umbral de la libertad política.
En ese contexto, 30 años después y a rebufo de la mayor manifestación explícitamente independentista de la historia del pueblo catalán, Mas acude hoy a La Moncloa. Al alba y con fuerte viento de levante y siendo Perejil aún español, Rajoy atenderá a las 11 de la mañana la encomienda que el presidente de la Generalitat lanzara el pasado dia 12: «sin pacto fiscal, el camino de la libertad de Catalunya está abierto». Silogismo aristotélico y consecuencia lógica, cabrá convenir de sus propias palabras lo más explícito: que aquello que hoy veda ese camino irrenunciable es, precisamente, un nuevo pacto fiscal. Una nueva componenda institucional. Una nueva renuncia histórica.
Entrevisillos de CiU ante el espejo de su propia historia, buen día hoy para retener en la memoria que el Estatut de Catalunya también lo recortó Mas pactando con Zapatero. Y que a Aznar lo encumbró Pujol. Y que CiU -hoy, ahora y aquí- gobierna en Catalunya, a pies juntillas neoliberal, con el PP. La misa y el repicando de la realpolitik. Retengamos el dato y previsualizamos la escena. 20S: ¿fin de ciclo o nuevo gatopardo entre oligarquías? ¿Apuestas? Colapso económico-financiero, crisis social galopante y crónica de una muerte anunciada, el no del ejecutivo español ya está garantizado antes de empezar, como muerto nació un ambiguo pacto fiscal. Misterioso pacto que reconvirtió a la baja -habitual estilismo convergente del tijeretazo- el último ciclo soberanista, con 890.000 personas votando si en las consultas independentistas tras el fraude el Estatut.
So what? Na und? Et alors? A quién pare oreja, la hegemonía convergente le silbará que, ipso facto y ante la cerrazón estatal, habrá inminente convocatoria de elecciones anticipadas, con aires casi plebiscitarios, de donde surgirá un nuevo Parlament de mayoría soberanista -y bajo control de CiU- que trazaría el «adiós, muy buenas». En la balanza contraria, guerra de posiciones y movimientos tácticos de buena parte de las élites y la patronal catalana, que persigue la quimera de que el pacto fiscal calme a la corona, a los mercados y algún negociado singular. En todo caso, manténgase tensos hasta el final, descodifiquen los gestos sutiles y estén bien atentos a los efectos especiales, porque los guionistas neoconvergentes son cracks en la gestión de la imagen, en el arte del birlibirloque, en el donde dije digo digo «ni me acuerdo» y en echarle agua al vino y anunciar que es un Rioja. Mas puede ser menos.
Pero dejemos a Mas a la derecha y volvamos de nuevo a Blanca Serra, la manifestante detenida en 1982. Porque 30 años después, el pasado viernes 14, la histórica activista acudía al Palau de la Generalitat, como interlocutora de la Asamblea Nacional Catalana -la convocante de la histórica Diada de 2012, eco de la antifranquista y unitaria Assemblea de Catalunya-, para entrevistarse con el presidente Artur Mas. Y emplazarle a que acelerase el proceso hacia la independencia. 30 años después, en un punto de no-retorno y tras un cambio de rasante donde tras la misma pancarta -Independència-, transcurren ya un millón largo de ciudadanos libres. Tectónica del hundimiento de la transición, no debería preocuparnos demasiado lo que pueda decirle Mas a Rajoy. Ni tan sólo la respuesta que obtenga. Lo fundamental, lo que inquieta, es lo que, a la vuelta, le dirá Artur Mas a Blanca Serra. A la ANC. A la demanda desbordante y explícita de autodeterminación que inundó Barcelona hace apenas una semana. A la nueva mayoría social que ya se ha ido y que exige pasos firmes mientras, ayuntamiento a ayuntamiento, los municipios se van declarando «territorio catalán libre».
El viaje de regreso. Esa es la hora H de verdad de Artur Mas: si retrasa o acelera el día D de la libertad política de este pueblo. Hoy se quemará otro cartucho. Se agotará otra escena. Se gestionará una imagen. Pero la ópera bufa se acaba, el vodevil se queda sin argumentos y en la recámara ya no quedan mas excusas. La historia, por lo que es y sobre todo por lo que no ha sido, anuncia siempre lo que será. Ante la cita presidencial en la capital española de hoy, cabe recuperar el antológico speech categórico que el anarcosindicalista catalán Salvador Seguí ofreciera en el Ateneo de Madrid en 1919, ante sus compañeros de la CNT. Citología centenaria: «En cambio, a nosotros, a los trabajadores, como sea que con una Catalunya independiente no perderíamos nada, sino todo lo contrario, ganaríamos mucho, la independencia de nuestra tierra no nos da miedo; estad seguros, amigos madrileños que me escucháis, que si algún día se hablara seriamente de independizar Catalunya del Estado español, los primeros y tal vez los únicos que se opondrían a la libertad nacional de Catalunya serían los capitalistas de la Liga Regionalista y del Fomento del Trabajo Nacional». El mismo Foment del Treball Nacional, apunten el dato, porque la patronal catalana no ha cambiado de nombre y dirige hoy (Joan Rosell) la CEOE, que en setiembre de 2012 ansía el pacto fiscal y que jamás convocó a la Diada.
Ante este panorama, comprendan que deposite mis esperanzas en Blanca Serra -por ponerle nombre, cara y ojos al compromiso solidario, constante y perseverante de miles de personas anónimas que a lo largo de los tiempos se han comprometido con la libertad y la justicia social en los Països Catalans- y no en el cuadro palaciego de una reunión de altos vuelos entre dos gestores neoliberales de la crisis. Este pueblo se va. Por decisión propia. Lo demás son monsergas, excusas y sermones. Y también cartas de ajuste. Y epístolas al final del imperio romano emitidas desde la web oficial de la Casa Real.