Uno de los políticos más controvertidos y con más talento de China, su mujer acusada del homicidio de un empresario británico y un corrupto jefe de policía... el escándalo de Bo Xilai ha supuesto un verdadero terremoto político. Y además de suponer la caída en desgracia de uno de los «príncipes» que sonaban con más fuerza para el próximo Politburó del Partido Comunista de China -órgano permanente de nueve miembros que acapara el poder-, plantea interrogantes sobre cuán extendida está la corrupción, hasta qué niveles, y presagia una próxima transición en los órganos de dirección chinos, prevista para las próximas semanas, como un proceso que no será tranquilo.

Bo Xilai hizo carrera como «campeón» de la lucha contra la corrupción, como adalid de la política de mano dura contra las famosas triadas de Chongqing, y en paralelo impulsó la nostalgia sobre los viejos ideales de Mao Zedong, con campañas de masas para hacer revivir su pensamiento marxista. Un paradigma que hizo elevar el perfil de su estrella como líder nacional e internacional. Pero que, con su jefe de Policía ya entre rejas, ha hecho que se estrelle y que pueda seguir en breve el mismo destino que este.